11 de septiembre de 2024
Sala Wolf
Organiza: Rocksound BCN / Producciones Acaraperro
Fotos: Josep Maria Llovera / iMago mei
Los Cordovas son ya una realidad que ha venido para quedarse y una de las mejores jam bands del momento del movimiento americana. Habituales de nuestros escenarios patrios, han ido necesitando salas más grandes llegando a pasar por nuestra añorada Rocksound, pero esta vez fue la Wolf barcelonesa la que presentó una muy buena entrada para ver a los de Nashville, que consiguieron encandilar a los presentes con un show orgánico y con un final repleto de sorpresas a modo de versiones. Sospechamos que gran parte del final del concierto tuvo una vena de improvisación que llevó el show a otro nivel.
Jonny Strykes ofrece su show marciano como telonero
Antes, y amenizando la espera del concierto, estuvo su teclista Jonny Strykes (teclista y vocalista de Cordovas) mostrándonos su trabajo en solitario, que poco o nada tiene que ver con lo que hace en Cordovas. Pintas de gondolero con mostacho y gafas de sol, sin vergüenza y capaz de salirse por la tangente con un material absolutamente opuesto al de su banda madre. Hubo momentos muy 80eros y su líder Joe Firstman incluso apareció para tocar la batería y acompañarle de forma sutil en el tercer tema. Destaquemos un “Life on Mars?” de David Bowie, de una exigencia vocal tremenda que dejó prendados a los presentes.
Cordovas cumplen con un final improvisado trufado de versiones
Cordovas empezaron como cuarteto y con un set list que terminó siendo una hoja de ruta a la que poco caso hicieron… Empezaron como cuarteto y la cosa fue creciendo hasta llegar a ser un sexteto sobre escena. Pero primero empezaron a ritmo de “Joseana” y “Wings”. Los ecos de The Band sobrevolaron la sala lobuna y los momentos con las voces armonizadas, después de los solazos de Lucca Soria, eran una auténtica maravilla. Tienen esos momentazos en los que te hacen tocar el cielo, pero también hay momentos de deriva que un poco pecan de piloto automático.
Sin ser la mejor comparación de todas, por momentos, me llegaron a recordar la clase absoluta de U.S. Rails, pero esto me sucede especialmente por lo que consiguen con las armonías vocales tan delicadas. Salpicaron el concierto con breves solos de batería en los que Graham Spillman, batería alemán, demostró que es un fuera de serie. Son momentos en los que el chico se arranca y demuestra clase, pegada y técnica como quien se toma un café por la mañana. Continuaron con “Destiny” y “High Roller”, pero a pesar de su buen hacer, hubo quien no terminó entusiasmado con lo ofrecido y lo comparó con anteriores venidas.
Joe Firstman con su bajo y voz es líder absoluto, el que comanda a una banda trabajada y sensible. Se lo llevaron de calle con el “Somos iguales” y por momentos se adentraron en terrenos muy Santana, algo que la concurrencia agradeció. Tienen otros momentos caóticos como hacerse una foto con el público 30 minutos antes de terminar o el hecho de cerrar la velada improvisando el “Take Me Home, Country Roads”, el “Leaving, on a Jet Plane”, una extraña “Knocking on Heaven’s Door de Dylan o el “Thunder Road” de Bruce Springsteen.
Hubo miradas de complicidad, de “estoy perdido, ¿qué vas a hacer ahora?”, pero también se agradeció especialmente esa traca final de covers tan auténticas, haciendo que el respetable las cantase. Gran show para unos Cordovas de Nashville destinados a crecer con el placer de ver que son imprevisibles, sorprendentes, y que defienden sus raíces con unas armas que pocos tienen. Incluso añadieron un músico de Barcelona para tocar el slide y cuando el guitarra acústica pasó al violín, nos quedamos más que impresionados. No tenía previsto asistir a este concierto, y de verdad que creo que no me los voy a perder la próxima vez.
Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.