Yo, Cristina F.
Director: Uli Edel
Productora: Solaris Film
Año: 1981
Ahora que Estados Unidos están viviendo una epidemia con el fentanilo, quizá nos toque recordar que crisis similares y plagas de droga han afectado antes a nuestro mundo. Y si hay una película que lo resume todo, y que casi calificaría como de terror, es la alemana Yo, Cristina F. De bajo presupuesto y dirigida por Uli Edel, causó conmoción en 1981 en su estreno por la increíble crudeza de lo narrado y por unas interpretaciones de niños de 14 años que nunca habían estado delante de las cámaras.
Lo peor de todo es que no es ficción y está basada en el relato de dos periodistas que describieron los estragos de las drogas en la juventud del Berlín Occidental de los 70, equiparables a lo que se vivió también en España en fechas similares con la heroína. La conexión con el rock es porque David Bowie es el ídolo de la joven Cristina, y ella, aparece en un concierto de Bowie, que hizo la banda sonora junto a Brian Eno. Bowie vivió una larga temporada en los ochenta en Berlín junto a Iggy Pop, por lo que sabía perfectamente de qué iba el proyecto y la realidad de las calles.
Contrariamente al libro, en la película se saltan la primera parte y la última, y el final termina siendo algo más amable a pesar de que su visionado te deja mal cuerpo. Si me decidí a verla fue porque estaba en Filmin y recordé que un viejo amigo me contó que había una escena de vomitadas que le traumatizó. Es uno de los momentos más duros del film, pero de verdad que todo el metraje es absolutamente sombrío y hostil.
Con 13 años, la joven Cristina, fan absoluta de Bowie, decide ir a la discoteca de moda Sounds en Berlín en la que las drogas campan a sus anchas y las trabajadoras del local ofrecen sexo. Allí conoce a un chico no mucho mayor que ella llamado Detlef con quien empieza a consumir y mantienen una relación de amor algo platónico. La cuadrilla se engancha al caballo y ven que la forma más fácil de conseguir drogas es prostituirse. Lo que no termina de cuadrar es que la familia de Cristina no viera el espiral descendente en el que se había metido su niña…
Obviamente el momento más recordado es el concierto de Bowie, que realmente fue grabado en Nueva York y las escenas del público corresponden a las de uno de AC/DC, pero lo musical aquí se hace absolutamente anecdótico. Las escenas de los jóvenes chaperos drogadictos en la estación de Zoo Berlín, las disputas por un chute o los amigos de su misma edad intentando desengancharse son magistrales. Choca incluso ver escenas de sexo impensables en la realidad actual.
El momento en el que un yonqui asalta a la protagonista en un lavabo para robarle la dosis por la fuerza y metérsela él da buenas muestras de lo que es el infierno de las adicciones. Incluso ver a Cristina y Detlef revolviendo toda la casa buscando un chute que quizá quedó perdido, pues el mono se los come. Hay que tener estómago y saber lo que uno va a ver pues es un descenso a los infiernos en toda su amplitud. La realidad golpeó al grupo de rodaje cuando el actor que hacía de Detlef creyó que se metía en el coche de un actor, y no lo era. Era un pederasta que iba a pagar por un niño de 13 años, y fue salvado por el equipo de rodaje… Una obra maestra que pone los pelos de punta incluso 43 años después.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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