Cine Rockero: «Fire Saga»

Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga

Director: David Dobkin

Productora: Will Ferrell

Año: 2020

Eurovision Song Contest: The Story of Fire Saga, dirigida por David Dobkin y protagonizada por Will Ferrell y Rachel McAdams, es una comedia musical que abraza con entusiasmo lo absurdo, lo cursi y lo entrañable del famoso concurso europeo de música. Con un tono a veces ridículamente exagerado y también emotivo, la película ofrece una parodia afectuosa que, aunque no está exenta de tropiezos, logra capturar el espíritu caótico y festivo de Eurovisión.

La historia gira en torno a Lars Erickssong (Ferrell) y Sigrit Ericksdóttir (McAdams), dos músicos islandeses que forman el dúo Fire Saga y cuyo sueño es representar a su país en Eurovisión (más de él que de ella). Desde la pequeña localidad de Húsavík hasta el escenario europeo, la pareja transita por una serie de obstáculos que van desde explosiones misteriosas hasta fracasos escénicos monumentales, siempre impulsados por el deseo de compartir su música y, eventualmente, su amor.

La película juega con los clichés del género de competencia musical y los revienta con un sentido del humor que combina la sátira con lo absurdo. Ferrell, que también coescribió el guion, aporta su característico humor físico y caricaturesco, mientras que McAdams sorprende con una interpretación mucho más matizada de lo que el tono general podría hacer esperar. De hecho, su personaje, Sigrit, termina siendo el corazón emocional del filme, y la canción “Húsavík” que interpreta en la recta final ofrece un momento genuinamente conmovedor, más allá del humor y el desorden que la rodean.

Donde la película brilla con más fuerza es en su puesta en escena musical. Los números, exagerados y visualmente llamativos, logran captar la esencia camp del verdadero Eurovisión. El remix de “Double Trouble” o la escena coral con exconcursantes reales en la fiesta organizada por el excéntrico Alexander Lemtov (Dan Stevens) son ejemplos brillantes de este compromiso con el espectáculo.

Sin embargo, Fire Saga no es inmune a sus propios excesos. Con más de dos horas de duración, el ritmo se resiente, especialmente en el segundo acto, donde la narrativa se diluye entre subtramas innecesarias (como el intento de asesinato político) y gags alargados. Algunas decisiones, como el humor físico extremo o el uso de estereotipos culturales, pueden sentirse desgastadas o poco frescas.

En el plano temático, la película toca puntos interesantes aunque de forma superficial: la aceptación personal, el conflicto entre ambición y amor, y la identidad cultural. El personaje de Lemtov, interpretado con una hilarante mezcla de afectación y vulnerabilidad por Stevens, plantea la tensión entre el éxito público y la represión personal en sociedades conservadoras, aunque esta línea se queda en segundo plano frente al romance central.

En conclusión, Eurovision Song Contest: The Story of Fire Saga es una carta de amor desordenada pero bien intencionada al festival musical más extravagante del mundo. Es una mezcla improbable de comedia absurda, romance sincero y musical camp que no siempre encuentra el equilibrio, pero que gana puntos por su entrega total al disparate. No será una obra maestra del cine, pero para los fans de Eurovisión —y de las historias con final feliz y mucho glitter— es un festín que vale la pena. Desde luego os hará pasar un buen rato para desconectar, pero no esperéis una película para el recuerdo.


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