Candice Night – Sea Glass

75/100 

25 de abril de 2025

earMUSIC

Candice Night ha conseguido ser un referente a base de trabajo y de constancia. Siempre lo ha tenido especialmente difícil puesto que es la esposa de todo un Ritchie Blackmore. Cuando a finales de los 90 se casaron y crearon el grupo Blackmore’s Night, el mundo del rock la vio como la mujer que había apartado a Ritchie del rock, cuando realmente, fue todo lo contrario. Ella era fan a muerte de Rainbow y Purple y no había escuchado música renacentista en su vida. Su voz es de sirena y hechiza, y lo que más impresiona de toda esta historia, es la enorme calidad y personalidad de esta gran mujer, que empezó componiendo y creando letras para el último disco de Rainbow, además de poner coros y voz.

 

Ha pasado mucho tiempo desde su anterior entrega en solitario, ha estado en Avantasia, pero también ha sido madre y ha visto el tránsito (complicado) de cuando los hijos se hacen adolescentes. La naturaleza, la pandemia, la vida en Long Island y los seres queridos fallecidos pueblan las letras e inspiración de un disco en el que brilla su voz y se desmarca, un poco, de lo que ha sido Blackmore’s Night. Probablemente sea la única persona del mundo que pueda decir que Ritchie Blackmore toca la guitarra en su disco solista, pero realmente… aquí el atractivo de todo es ella.

 

Los casi siete minutos de la inicial “Sea Glass” son una delicada caricia auditiva con voz de sirena y arreglos sencillos y bellos. Candice canta como los ángeles sobre un colchón de guitarra acústica y todo avanza delicado con aires oníricos. La canción no aburre y van jugando con orquestaciones a teclado que van cambiando de atmósferas y logrando un crescendo emocional, más que musical. Unas olas del mar templadas dan paso a “The Line Between” en la que suenan cascabeles y acompañan dobles voces realmente logradas. Arreglos vocales de precisión buscada y emparentable con lo que hacían los Beach Boys (salvando distancias), pero consiguiendo belleza y efecto de flotación sobre nubes.

 

Una de las grandes canciones del disco es ese country nada disimulado, y de mucho Groove, como es “The Angel and Jezabel”, canción alegre con poso melancólico y la primera de todas en la que aparece la batería e incluso un solo de guitarra por parte de Ritchie Blackmore. Se le da de fábula a la diva cantar en tesituras americanas. Hay otra versión de la misma al final, en unplugged, con un violín brillante que considero incluso superior que la original. “Promise Me” es otro momento dulce a balada con punteos de acústica y arreglos ensoñadores que fortifican la propuesta de nuestra protagonista. A nivel de composición la cosa cumple, pero, obviamente, es todo muy cercano y parecido. Aquí el punto diferencial lo pone un coro de niños cantando casi a capela.

 

“Dark Carnival” es la típica composición instrumental que podría estar perfectamente en un disco de Blackmore’s Night. De alma gitana y con castañuelas que se unen a esa sensación de baile alrededor de una fogata en una noche de luna llena. “The Last Goodbye” se inicia con esa viola que acentúa la tristeza, que camina de la mano de un bellísimo piano, al que se le une la voz de la sirena de voz hechizante. Baladón triste y muy sentido de esos que llegan hondo. Y es que esta mujer ha nacido para cantar canciones como esta, y más si la acompaña Blackmore a la guitarra.

 

 

Los aires neoclásicos en acústica se hacen carne en “When I Want to Fly”, con una interesante métrica en la línea vocal, quedando cerca, entre Blackmore’s Night y los Rainbow primerizos, los más épicos. También hay los juegos de la guitarra eléctrica, muy comedida, pero eficaz y adornando. Es todo tan desnudo que puedes escuchar el sonido del trasteo por el mástil. “Another Day” es la enésima baladita con protagonismo vocal de una mujer que posee una voz única, la verdad es esta. Es totalmente reconocible, completando con los aromas arábigos de “Nature Boy”. Corte más enigmático con algo de piano clásico en la que es la pieza más corta de todas.

 

Ya somos muchas y muchos que adoramos el trabajo de esta mujer, así que disfrutarás este disco si la has seguido con Blackmore’s Night. Terrenos baladescos, hadas, algunos guiños eléctricos, pero, ante todo: canciones y voz. Sea Glass es la muestra de que esta mujer es más que capaz de tener su propia carrera en solitario, pues el tiempo le ha dado la razón. Y me atrevería a decir que, si nunca se hubiese cruzado con el Dios de la guitarra, hubiese conseguido sus propósitos musicales, pues su voz es icónica y única. Y si quieres ahondar más en su historia y en este disco… Os dejamos la laaaaaaarga entrevista en tres partes que hicimos con ella en motivo de esta obra.

 


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