«La melodía estuvo rondando por mi cabeza desde hacía un par de años, pero no tuve ocasión de terminarla hasta que trabajé con Zakk en No More Tears. Mamá, estoy volviendo a casa es algo que siempre le decía por teléfono a mi mujer, al final de cada gira». (Ozzy Osbourne).
«Recuerdo que Ozzy y yo la hicimos originalmente en un piano, en mi apartamento de North Hollywood. La transpuse a guitarra una vez entramos en estudio, para trabajar en el disco… y sonó genial. ¡Todos los músicos arrasamos en consonancia!» (Zakk Wylde).
El reciente fallecimiento de Ozzy Osbourne, líder de los padres del metal Black Sabbath, ha sacudido el mundo de la música. Nos ha dejado un intérprete de legado inconmensurable, que estuvo batallando varios problemas de salud durante sus últimos años entre nosotros: en 2019 ya pasó por una dura neumonía y más tarde un enfisema pulmonar, así como desde 2003 le diagnosticaron Parkinson, cuyas consecuencias le impidieron la movilidad. Aunque tuviese que ir sentado en su majestuoso trono, por suerte pudo despedirse por todo lo alto, en el mayor evento del metal de la historia, junto a sus compañeros de banda y otras agrupaciones cercanas a su historia.
Con un catálogo de composiciones épicas tan extenso, tanto con Black Sabbath como durante su carrera en solitario, siempre resulta difícil la elección. Pero por su significado histórico y el mensaje detrás de su lírica, creemos que merecía la pena recordar entre lágrimas su ya inmortal «Mama, I’m Coming Home», que perdurará en nuestros corazones.
El contexto del No More Tears
Los ochentas e inicios de los noventa fueron una época algo convulsa, tanto para Ozzy como para sus antiguos compañeros en Black Sabbath. Si bien ambas partes habían vuelto a tocar juntos para el benéfico Live Aid de 1985 y más tarde para un concierto de Ozzy en Costa Mesa, California (junto al legendario Rob Halford de Judas Priest), tardarían en reunirse de manera definitiva, como consecuencia de conflictos internos, el desgaste de las giras y abuso de sustancias. El bajista Geezer Butler grabó en 1990, junto al Príncipe de las Tinieblas y Zakk Wylde, el directo Just Say Ozzy.
Por un lado, Black Sabbath se reunieron nuevamente con el igualmente añorado Ronnie James Dio, para preparar la grabación de Dehumanizer (1992), después de haber estado cuatro años junto al siempre infravalorado Tony Martin. Habían producido con él en las voces los elepés The Eternal Idol (1987), el brillante Headless Cross (1989) y Tyr (1990), así como en 1994 regresaría a la banda. Incluso el célebre Ian Gillan de Deep Purple estuvo por el grupo en el disco Born Again (1983), para la gira del cual pasaron por Barcelona. La desproporcionada réplica del monumento de Stonehenge, que no cabía en el escenario, fue objeto de burla en la película This Is Spinal Tap (1984).
Por su parte, Ozzy en 1982 sufrió la trágica pérdida del guitarrista Randy Rhoads. Después de grabar Bark at the Moon (1983) y The Ultimate Sin (1986) junto a las seis cuerdas de Jake E. Lee (quien estuvo asimismo en su concierto de despedida), en 1987 encontró al reemplazo definitivo en su inseparable Zakk Wylde. Un año más tarde, junto al batería Randy Castillo, el bajista Bob Daisley y el teclista John Sinclair produjeron No Rest for the Wicked. Tras el éxito del dueto «Close My Eyes Forever», junto a Lita Ford, la misma formación se puso a trabajar en un nuevo álbum de estudio.
Para ello Ozzy contó con la inestimable ayuda de su eterno amigo Lemmy Kilmister de Motörhead, quien le ayudó a escribir las letras de «I Don’t Want to Change the World», «Desire», «Hellraiser» y nuestra protagonista «Mama, I’m Coming Home». Otras dos composiciones con las que le ayudó aparecieron en su siguiente Ozzmosis (1995): «See You on the Other Side» y «My Little Man». A pesar de que este No More Tears fue uno de los álbumes más exitosos de la carrera de Ozzy, su cansancio de tantos directos, así como un erróneo diagnóstico de esclerosis múltiple le hicieron anunciar su gira de retirada No More Tours, si bien esta terminó siendo temporal, cuando empezaron a escribir su nuevo lanzamiento.
La música y la letra: un todo
Con una guitarra acústica muy bluesera inicia «Mama, I’m Coming Home», para poco después unírsele la relajada voz de Ozzy. Esta power ballad va ganando en intensidad, a medida que la percusión y la guitarra eléctrica hacen acto de presencia. El apartado coral sencillamente no puede ser más emotivo, unido al crescendo previo al solo de guitarra marca de la casa de Wylde. Ya entrando en detalles sobre el apartado lírico, Ozzy reflexiona sobre cómo estaría muerto si no fuera por su mujer Sharon Osbourne (apodada cariñosamente Mama), ya que le ayudó a superar sus adicciones y a mantenerse por el buen cauce durante su trayectoria. Aunque a lo largo de su matrimonio tuvieron varias idas y venidas, nuestro Ozzy sabe que ha sido una figura clave, en su papel de esposa, madre y mánager. A pesar de su controvertido carácter, sin lugar a duda esta despedida por todo lo alto no hubiera sido posible sin su trabajo, por lo que debemos agradecerlo.
«He visto tu cara cien veces.
Cada día que hemos estado separados.
No me importa la luz del sol.
Porque mamá, mamá estoy volviendo a casa.
Estoy volviendo a casa.»
Se grabaron dos videoclips para este sencillo. El primero no fue del agrado de Ozzy, ya que le pareció que su contenido surrealista no encajaba con el mensaje que quería transmitir. Entonces contactó con Samuel Bayer en la dirección, cuyos efectos de niebla le recordaron a los ya usados en «Smells Like Teen Spirit» de Nirvana, que fue dirigido por el propio Bayer ese mismo año.
Veredicto
«Mama, I’m Coming Home» no solo resultó un rotundo éxito de crítica, siendo la única canción de Ozzy que alcanzó el Top 40 de sencillos en la clasificación de Billboard de canciones más reproducidas (en el puesto veintiocho, si bien el ya mencionado dueto con Lita Ford alcanzó el octavo), sino que se ha convertido en un auténtico himno generacional. Del repertorio que interpretó en solitario en el pasado Back to the Beginning, fue la única composición que no pertenecía a su disco debut, Blizzard of Ozz (1980). A modo de anécdota, tanto Lemmy como Ozzy nos han dejado diecisiete días después de su último concierto. Todos recordaremos su incalculable aportación en la historia musical. ¡Muchas gracias y que en paz descanses, Príncipe de las Tinieblas!

Apasionado del cine y la música. Desde 2021 he sido redactor en diferentes medios como Manners of Hate, Metal Nightmare y Queens of Steel. Recientemente incorporado al equipo de Stairway to Rock, para ofreceros desde entrevistas, reseñas de discos o crónicas de conciertos (con énfasis en el underground), además de cualquier artículo especial cinéfilo que me pase por mi cabeza. Especializado en heavy, thrash, speed, metal épico, doom, rock progresivo y psicodélico. Actualmente trabajando en una novela de ciencia ficción.
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