Behemoth – The Shit ov God

90/100

9 de mayo de 2025 

Nuclear Blast

 

I. Deidades rotas y sombras nuevas

 

Con The Shit ov God, Behemoth no solo añade un capítulo más a su ya extensa mitología blasfema: lo dinamita para reconstruirlo desde un barro aún más oscuro. El álbum abre con “The Shadow Elite”, un corte que establece la nueva liturgia del grupo: guitarras que se mueven como cuchillas rituales, una batería que no golpea, sino sentencia, y un Nergal que, lejos de buscar claridad, elige la voz como un arma corroída por la maldad. La producción —afilada, seca, casi clínica— amplifica esa sensación de vacío moral que envuelve todo el disco.

 

“Sowing Salt” continúa la marcha con un riff que suena a un ejército avanzando sobre ruinas antiguas. Behemoth demuestra una vez más su dominio absoluto del tempo: aceleran para desgarrar, frenan para atormentar. Nada es casual; cada compás es un acto de violencia ceremonial. Y cuando llega el tema titular, “The Shit ov God”, el grupo se permite un despliegue narrativo: coros que se elevan como letanías corruptas, una orquestación mínima pero venenosa, y una estructura serpenteante que parece escrita para acompañar una coronación profana.

 

II. Liturgia del abismo

 

En “Lvciferaeon” encontramos al Behemoth más teatral, casi operístico en su oscuridad, donde los silencios pesan tanto como los blast beats. Es un tema que muestra cuánto ha aprendido la banda sobre dinámica y respiración: saben que lo infernal no siempre grita, a veces murmura. “To Drown the Svn Wine” es, en contraste, una avalancha imparable: batería ciclónica, guitarras abrasivas y un puente central que se siente como un eclipse total del alma.

 

“Nomen Barbarvm” funciona como una invocación ancestral, mezcla de black metal clásico y pulsos rítmicos cargados de death metal moderno. La voz aquí es puro humo, puro hierro caliente, puro rito. Y cuando emerge “O Venvs, Come!”, Behemoth introduce una sensualidad oscura, distorsionada, casi litúrgica, que recuerda a sus trabajos más atmosféricos pero con un filo renovado.

 

III. El final que observa

 

El cierre llega con “Avgvr (The Dread Vvltvre)”, uno de los temas más densos del álbum, tanto en sonido como en intención. La canción avanza como un presagio: arrastra alas negras, se desploma sobre el oyente con un peso casi espiritual. Aquí se une todo el concepto del disco: la idea de un mundo donde lo divino ha sido degradado, corrompido, reducido a un lodo pestilente desde el cual Behemoth construye su propio panteón.

 

The Shit ov God no es un álbum accesible ni pretende serlo. Es un trabajo abrasivo, exigente, denso como un evangelio escrito en carbón. Pero también es uno de los esfuerzos más cohesionados y narrativos de Behemoth en años: cada canción es un capítulo, cada riff una herida, cada arreglo un recordatorio de que siguen siendo maestros en transformar la blasfemia en arte.

 


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