El 8 de junio de 2019 murió André Matos y el mundo pierde a una de las grandes voces y personalidades del power metal, y del heavy metal en general. Recuerdo el momento en el que supe que había fallecido porque andaba perdido en la frondosidad de un bosque mediterráneo y me ha llegó por wasap una imagen poco nítida de André en alguno de los canales que todos tenemos con grupos de metaleros. Al ver esa imagen intuí que Matos volvía a Angra otra vez y esbocé una sonrisa pensando en cuánto tendríamos que esperar a verlo junto a Kiko Loureiro, Luis Mariutti y Rafael Bettencourt. Era otro sueño por cumplir y creía que sólo era cuestión de tiempo. Pero la noticia no fue buena, de hecho, fue la peor posible para todos aquellos que crecimos con su música y su voz. André Matos había muerto.
Los 90 fue una década en que las modas iban y venían y el heavy metal tradicional iba de capa caída. Las bandas referenciales, o estaban separadas o funcionaban con otros vocalistas. Motörhead tocaban en Razzamatazz, Maiden sin Dickinson, Halford huido de Judas y Dio haciendo giras con Tracy G de guitarrista. Ante ese panorama desolador nos quedó el power metal como tabla de salvación y tardó años en hacerse valer y en que los fans metaleros de los 80 tuvieran cierto respeto para Gamma Ray, Stratovarius, Rage y demás. Cuando Angra lanzó el Angels Cry (1992) vimos que el fenómeno era global e incluso países como Italia lanzaban a Rhapsody y Labyrinth. En esos tiempos que Brasil o Italia ofrecieran bandas de este nivel era toda una rareza.
André Matos siempre será recordado por su etapa con Angra, la que le encumbró a lo más alto con tres discos fabulosos en los que se nos mostró en sociedad la grandeza musical del heavy metal en Brasil más allá Sepultura. En Angra estaban muy presentes las raíces musicales de un gigante ancestral de gran riqueza cultural pero también aportó Matos su formación clásica. Sólo tienes que escuchar ese inicio con “Carry On” tan espectacular y ese solo de influencia progresiva que, para muchos, jodía la canción. Matos compuso ese tema y el grupo iba bastante más avanzado de lo que muchos podían asimilar.
Con Holy Land (1996) sentaron cátedra e indagaron en los viajes transoceánicos de los pioneros demostrando una sensibilidad y una mezcla de culturas tan importante como lo que hizo Sepultura con Roots. Fueron años en los que pude disfrutar de Angra con la formación clásica. Cómo olvidar ese Eurometal en Getafe, su concierto en Wacken o algún show en Barcelona. Luego vino Fireworks (1998) pero ya los problemas en el seno de Angra eran evidentes y les pasaron factura en lo musical. Ese disco sigue mereciendo que el mundo lo valore como tal, pero fue la despedida. Matos inició una carrera en solitario, pero ya nada volvería a ser lo mismo. En Angra Loureiro y Bittencourt ejercieron el liderazgo y no les fue mal del todo con Edu Falaschi, pero si has visto a Angra con Matos sabes que con André todo funcionaba a otro nivel.
Vino una vez en solitario a Barcelona y desde el escenario nos recalcó que no hay que mezclar alcohol y conducción pues, creo recordar, su hermano murió en un accidente. Pero antes de Angra hubo otro episodio maravilloso y si no lo has hecho no deberías tardar. Antes de Angra, Matos estuvo en Viper, otra banda brasileña con la que se hizo un nombre. Juraría que grabó dos discos y con el segundo en el que participaba, Theater of Fate, se hicieron muy grandes a nivel nacional. Ese disco es una maravilla y ya anticipa bastante lo que vendría luego con Angra. Quiero acordarme especialmente de la maravillosa “Living for the Night”, un maravilloso himno que, desgraciadamente, no tocaba mucho en Europa, pero sí en Brasil.
También solía atreverse con canciones hipercomplejas. Era capaz de tocar en directo “Hot Pattotie” de la banda sonora de The Rocky Horror Picture Show. Una canción en la que se hace imposible respirar y cantar y la línea vocal es una locura encadenando palabras. La original la cantaba Meat Loaf quien siempre dijo que era un tema absolutamente complejo del que se dudó mucho que pudiera quedar bien. Matos rizó el rizo con “Wuthering Heights” de Kate Bush. Otra delicia aguda cantada por una mujer y que él pudo tocar sin problemas. Incluso en directo.
Coincidí en mis viajes con una metalera brasileña que conoció a Sepultura y a Matos en su infancia. Cuando le dije que Matos era una estrella mundial casi ni se lo creía pues Angra nunca tuvieron la repercusión de Sepultura. “¿Lo ha conseguido? Era su sueño. Siempre hablaba con él en el Cocobello (tienda de discos) y muchísimas chicas se acercaban a él para intentar ligar. Cuidaba su imagen y tenía un pelo formidable”, me dijo.
Y rescatado del pasado, aquí os dejamos con unas pocas fotografías del gran André Matos que habían quedado inéditas. Obviamente la calidad de las mismas es la que es pues su autor nunca supo cómo funcionaba esa cámara. Pasaba por Barcelona junto acompañado por unos Avalanch con la formación de Ramón Lage, así que vale la pena recordar esa noche de 2003.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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