Stratovarius – Infinite: 25 años del ¿último gran disco clásico de Stratovarius?

28 de febrero del 2000

Nuclear Blast

Hacía años que no escuchaba este disco de Stratovarius, y debo decir que no ha envejecido nada mal a pesar de que en su día me decepcionó un poco. Este disco era su gran salto y el grupo entraba en Nuclear Blast con una oferta muy importante, ganaba medios y aquí decidía orquestar muchas canciones, tomando la ecología como temática principal y entregando un álbum algo más corto que los anteriores. Y la portada es absolutamente preciosa e icónica.

 

El grupo iba evolucionando, manteniendo la misma formación y creciendo a pesar de que ya empezaban a dar ciertos síntomas de que la fórmula empezaba a agotarse. Aquí todo es más grandilocuente y hay hasta tres clásicos de esos infaltables. Pero son las canciones más largas y complejas las que realmente muestran a la banda con ganas de hacer cosas realmente grandes y algo diferentes. Tolkki no daba señales de estar mal y Kotipelto seguía mostrando cátedra en las voces. Eran un rodillo, especialmente en directo.

 

El disco

Personalmente tengo cierta manía a dos temas que fueron los que precisamente hicieron grande a este disco, y, de hecho, fueron los singles del mismo. El primero es el “Hunting High and Low”. Es una canción que puede ser un himno para los fineses y que posee una línea vocal preciosa y un riff de teclado totalmente icónico. Pero para un servidor es como si el grupo hubiera ido a lo fácil, como si el menos fuera más, cuando para mi gusto, en Stratovarius, el más es lo más.

 

Y eso mismo me sucede con “Phoenix”… Tema simplón y de estribillo infantil en el que es la guitarra de Tolkki la que intenta acercarse, pero en clave comercial, a lo que fue “Speed of Light”. Obviamente el estribillo queda y la batería de Jörg Michael es un punto con ese parón antes del estribillo, que va a doble bombo, pero uno esperaba más de Stratovarius a esas alturas de la película. “Infinity” es la canción más trabajada junto con “Mother Gaia”. Temática ecologista y juegos de cumbres y valles un poco al puro estilo “Visions”. Sólo por esta canción el disco ya merece la pena.

 

“Millenium” es posiblemente el mejor tema del disco, porque, a pesar de ser muy en la línea de sus grandes himnos, tiene un aire diferente y es un power metal de primera. Se nota la mano de esos genios que ayudaron a encumbrar el power metal tras los controles: Mikko Karmila y Mika Jussila, y el tema suena de maravilla, premiando la batería, pero es que Kotipelto volvía a demostrar un estado vocal espectacular.

 

“A Million Light Years Away” empieza con ese riff de teclado tan característico y es una de las piezas más reconocidas y celebradas de Infinte. Sin grandes artificios ni complejidades el grupo hilvana la canción despojando por momentos de muchos instrumentos y dejando que todo repose sobre el bajo de Jari Kainulainen. Todo un clásico a pesar de que no suele ser de las más tocadas, y en ella, Tolkki demuestra ampliamente quien es como guitarrista y compositor.

 

“Mother Gaia” muestra los Stratovarius más excesivos, empezando íntimos y baladeros, pero esta vez iban a lo grande, con unas orquestaciones imponentes, compartiendo protagonismo con el bajo y batería, pero en una canción en la que es Timo Kotipelto quien luce especialmente. La labor vocal impresiona y demostraciones como esta le hacen merecedor de ser uno de los cantantes definitivos del power metal. Atención a la subida que consigue en la segunda parte del tema… Es una composición especialmente ambiciosa y dotada con un momento muy Queen y un final orientado hacia la música clásica.

 

“Glory of the World” parece un tema menor, pero realmente es una de las tapadas del disco con ese estribillo potenciado por coros y por teclados. Posee el solo rapidísimo de Jens Johansson en el teclado y es una pieza muy solemne y técnica a pesar de ser un medio tiempo muy melódico y ganchero. “Freedom” es la típica cabalgada powermetalera con esa máquina alemana a la batería que es Jörg. Tema que va en la pura tradición de la banda, pero sin superar ni aportar grandes cosas a lo que habían ofrecido hasta la fecha. Eso sí, es épica y pegadiza.

 

Una de las piezas más tapadas y que realmente mejor han envejecido es la delicada “Celestial Dream”. Sencilla en su concepción de voz y acústica, pero potenciada por unas orquestaciones que la elevan y hacen honor al título. Un lujo de despedida.

 

Veredicto

Infinite llegó al número 1 en su Finlandia natal y consolidó al grupo como una de las grandes realidades del heavy metal europeo. Para mucha gente es su último gran disco, y en parte… tienen razón. Lo que sí está claro es que después de Infinite las cosas se empezaron a torcer. Son años antes de que Tolkki fuera comido por sus problemas mentales. Stratovarius decidió tomarse un merecido descanso y explorar proyectos en solitario además de entregar en 2001 un disco de rarezas para darse un tiempo largo. Luego llegarían los Elements y mantendrían el estatus. Y muy posiblemente aquí les llegó la cima de popularidad, que no la de creatividad, pero el disco sigue siendo especialmente disfrutable.

 


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