Robe – Se nos lleva el aire

90/100 

15 de diciembre de 2023

El Dromedario Records

Volver a sumergirme en estas canciones es una experiencia inevitablemente conmovedora. Hace apenas dos días se cumplieron dos años desde el lanzamiento de este disco, acompañado de una extensa gira, rueda de prensa y varias entrevistas que, probablemente, fueron algunas de las últimas apariciones públicas tan continuadas de Robe. Robe es, sin duda, un poeta español en mayúsculas; su prosa afilada y su pluma magistral han cautivado siempre a todo tipo de público. Es admirable cómo distintas generaciones y posturas coinciden en considerar a Robe un maestro y una joya imperecedera de la cultura española. Su personalidad irreverente, contundente y a veces arisca, junto con su lírica y esa aura de misterio que siempre le ha acompañado.

 

«Se nos lleva el aire» sigue la senda iniciada en Mayéutica, con canciones que parecen independientes pero que a menudo retoman melodías anteriores, construyendo una especie de sinfonía y recordando también la esencia de La ley innata.

 

En Mayéutica, Robe nos mostró un lado más sofisticado, introspectivo y romántico; «Se nos lleva el aire» continúa esa línea. La música, aparentemente sencilla, está llena de matices y detalles, con Robe actuando como un verdadero alquimista, haciendo brillar a una banda excepcional. Violín (Carlitos Pérez), hammond (Álvaro Rodríguez) y saxofón (David Lerman) se entrelazan de forma magistral, con protagonismo constante a lo largo de todo el disco, mientras que los precisos y virtuosos solos de guitarra de Woody Amores sirven al tema, evitando cualquier protagonismo personal innecesario.

 

Líricamente, Robe se muestra íntimo, romántico a su manera y descarnado, demostrando una capacidad innata para plasmar en versos las cicatrices del alma. La banda ha encontrado una fórmula sumamente efectiva: tempos en constante crescendo, la reconocible lírica de Robe y la maestría instrumental de cada miembro se traducen en canciones brillantes y muy accesibles.

 

Desde las escalas ascendentes y los solos de guitarra, se percibe que los elementos instrumentales tendrán un papel central a lo largo del disco. Esto queda patente desde la primera canción, «El hombre pájaro», cuyo texto ya anticipa el tono general del álbum.

 

Una rabia contenida y la contundencia instrumental dominan «Viajando por el interior», recordando al Robe de Extremoduro, hasta llegar al tema más aclamado, «Nada que perder», que lo tiene todo: cambios de tempo, momentos de introspección, instrumentación rica y pasajes solistas que muestran a la banda en su mejor forma.

 

«A La Orilla Del Río» se nos muestra como un tema más ligero y danzarín, con un aire aparentemente «superfluo», aunque nada más lejos de la realidad. Sus melodías juguetonas y la prominencia del violín le otorgan un encanto único. Para mí, la auténtica joya del disco, y lo que algún día podría considerar una canción perfecta, es sin duda «El poder del arte». Este tema lo tiene todo: vulnerabilidad, melancolía, resurgimiento y fuerza, todo encapsulado en una letra que refleja con maestría lo que la música debería transmitirnos. No es casualidad que sea la pieza más larga del álbum, con nueve minutos de pura intensidad y un estribillo memorable.

 

La segunda parte del disco arranca con «Que tiemble el suelo», que introduce tonos más graves y agresivos, resultando en un corte contundente y directo. Otro tema que merece una escucha atenta y cuidadosa es «Puntos Suspensivos». Todos sabemos que Robe poseía una pluma excepcional, difícil de igualar, y estas letras lo confirman: sobran las palabras.

 

Quizá la tríada «Ininteligible», «Adiós, cielo azul, llegó la tormenta» y «Esto no está pasando» son las que menos manidas he tenido, pero ahora revisitándolas encuentro detalles que no había percibido en las primeras escuchas conviritiendo en un gran final este disco.

 

Ojalá que si había material grabado para publicar en un futuro se publique algún día de un futuro disco, pero si no, nos queda el recuerdo de esta maravilla y del último álbum que pudimos disfrutar de Robe. Larga vida, maestro.


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