88/100
28 de noviembre de 2025
Maldito Records
Manuel Ramil ha conseguido por mérito propio hacerse un hueco entre los músicos más influyentes del metal nacional, con un currículum en el que podemos encontrarnos con que ha girado y participado en proyectos de bandas como WarCry, Mägo de Oz, Avalanch o Delalma entre otros, además de su trabajo como productor. Pero además de todo esto, el músico gallego también ha encontrado tiempo para encontrar proyectos más personales donde crear sus propias canciones. Primero fue con Sauze hace ya unos años, y después con un Adventus que hoy lanza su cuarto disco de estudio.
Este proyecto comenzó de la idea de recordar viejos tiempos con sus antiguos compañeros de la primera formación de WarCry. Sin embargo, tras solo dos discos sus compañeros de viaje decidieron bajarse del barco con muy malas formas, y a Ramil le tocó reinventar su proyecto por completo. Decidió reunir a una nueva formación, creando una auténtica superbanda con componentes de otras conocidas formaciones nacionales, como el guitarrista Dani Arcos de Bloodhunter, el bajista Fernando Mainer de Mägo de Oz, o el batería Nacho Arriaga de Arwen. En este renacimiento contaron con la voz del argentino Diego Valdez, con quien grabaron un álbum de estudio y otro en directo.
El cambio de Víctor García por Diego ya supuso una mejora muy notable en las voces, como ascender a una división superior. Y después de conseguirlo llegó la decisión más difícil, y el cantante argentino fue sustituido por Ramón Lage, uno de los cantantes más importantes y queridos de España tras su paso por Avalanch y Delalma. Sí, es verdad que tantos cambios en la formación pueden haber desorientado un poco a quienes no han seguido con atención a Adventus, pero este nuevo trabajo consigue consolidar su formación, y demostrar que son un grupo con voz y personalidad propias.
Y esta personalidad es la de Manuel Ramil, el encargado del grueso de las composiciones. Tiene una manera de crear música muy particular y reconocible, en la que la letra ocupa una parte central en las canciones. Esto hace que las letras sean densas, profundas, y que cada pista tenga muchas capas que ir descubriendo escucha tras escucha. Con ello, la música de Adventus sea más compleja que la de otras bandas con las que se les pueda relacionar, y quizá puede hacer que a primera oída a algunos no les impresione demasiado su música. Pero créeme si te digo que darle más escuchas merece mucho la pena, porque las canciones te van atrapando, y cada vez consiguen llegarte más adentro.
Como anécdota puedo decir que antes de escribir esta reseña he escuchado el álbum varias veces, lo normal. Y lo gracioso de esto es que desde que empecé a tomar apuntes y a esbozar la reseña hasta que la he completado, la nota final que le he dado ha ido creciendo con cada escucha. Al final, canciones que inicialmente no me decían tanto me fueron llegando más adentro, y las que ya me gustaban desde el principio se han convertido en imprescindibles. Es esa la magia de esta formación, y de verdad espero que su próxima gira consiga ser un poco más extensa que la anterior, y que acaben creciendo tanto como se merecen.
Si por algo brilla «De mi corazón y otras miserias» es por ser un álbum personal, lleno de alma. Ramil viene de sufrir una enfermedad del corazón que no sabía cómo iba a evolucionar, y de haberse sometido a una operación y un largo proceso de recuperación. De esta experiencia, de la incertidumbre y de los muchos sentimientos de tristeza, desesperación y rabia por seguir adelante parecen venir muchas de las letras que nos encontramos en los temas. Ha logrado transmitir plenamente todos estos sentimientos, y el resultado ha sido magnífico.
Este viaje musical comienza con «Bienvenido Sea», una introducción narrada con voz femenina, un bonito y corto poema que habla de la vida y de lo repentina que puede llegar la muerte, estableciendo una temática que se va a repetir en varias de las pistas del trabajo. Luego saltamos a «Muerte en Espiral», uno de los mejores temas del disco. Comienza suave, con un bajo muy presente, la voz de Ramón Lage arrullándonos, y un piano de fondo. Luego entra la música con potencia y teatralidad, para ir a unas estrofas en las que el vocalista asturiano nos da una lección de garra y dramatismo. Esta garra va subiendo de intensidad durante el minutaje del corte, y nos lleva a unos momentos cargados de rabia e intensidad. Espectacular manera de empezar, con una de las canciones que mejor exprime las cualidades de Lage que he escuchado nunca. Seguimos con «En lo mejor», mucho más oscura que combina momentos desgarradores con otros más melódicos y pausados. Quizá al estribillo le falte un poco de punch, pero como pasa en casi todos los trabajos de Ramil, cuanto más lo vas escuchando más te va entrando. Muy destacable sobre todo el magnífico solo de bajo que firma Mainer.
La cuarta pista es «Inspiración», que comienza jugueteando con el estéreo con una introducción en la que una guitarra surca nuestro campo auditivo de lado a lado. Letra fluida, donde de nuevo la voz destaca por conseguir alternar entre partes más delicadas y otras más enérgicas. Los riffs de guitarra son muy pesados, con muchos punteos de fondo en las estrofas, y poco a poco va ganando fuerza para cerrar un medio tiempo efectivo, de esos con un estribillo muy coreable en los conciertos. A continuación tenemos «De mi corazón y otras miserias», una de las mejores pistas de todo el álbum, hablando sobre luchar y seguir hacia adelante en las adversidades, y con el que es imposible no pensar en Ramil hablando de sus propias experiencias y sentimientos enfrentándose a la enfermedad. Es un auténtico temazo, muy en la línea de lo que vimos en el álbum anterior, con una letra muy muy inspirada y muchísima energía. Aquí, de nuevo nos encontramos con el tremendo acierto del fichaje de Lage, sobre todo con su grito desgarrado en la parte final.
La sexta canción es «Nada a favor», donde se unen pasado y presente con la colaboración de Diego Valdez junto a Ramón Lage. Es un tema interesante, que empieza ya con potencia, pero que sigue creciendo. Valdez le da esa garra tan característica de su manera de cantar, pero también nos encontramos con un Ramón capaz de replicarla, demostrando estar a la altura y contar con todo lo necesario para recoger el testigo. Muy sobresalientes también los solos de guitarra y teclado. «Esencia» vuelve a llevarnos a un punto más oscuro e incisivo, con unas voces que gritan por detrás de la principal en las primeras estrofas, pero donde luego la oscuridad se convierte en energía con un estribillo más rápido. Genial también el duelo de teclado y guitarra entre Manuel Ramil y Dani Arcos.
Pasamos después a «Cuántas lágrimas», donde el bajo vuelve a tener mucha presencia, y donde nos rodea una atmósfera melancólica. De nuevo es una pieza muy poética y sentida, lenta pero enérgica. Y sí, el nuevo vocalista de la banda vuelve a demostrar que es uno de los que más sentimiento sabe imprimirle a las canciones. Luego tenemos «Ser yo» es una oda a la vida y a volver a ser nosotros mismos. Mezcla delicadeza y garra, con unas guitarras muy incisivas en todo momento, y momentos muy buenos como ese estribillo con gritos de «yoooooo» de fondo. De nuevo, también sobresale un excelentísimo solo de guitarra, con una última parte con muchísima pegada, donde se funden un grito final tanto de Lage como de la guitarra de Arcos. Y terminamos con «En Paz», una hermosa power ballad de esas de sacar mechero o encender la linterna del móvil. Sirve como un precioso broche final para este magnífico trabajo, y de nuevo Ramón nos deleita con su lado más suave y melódico.
Si eres un amante del power metal melódico, este nuevo disco de Adventus es un imprescindible. Sí, quizá no te entre a primera escucha, pero confía en Manuel Ramil y dale un par más, porque el resultado merece mucho la pena. Quizá el cambio más significativo con respecto al disco anterior, más allá de la temática, es el de la voz. Diego Valdez es un cantante de corte clásico, con una voz capaz de transmitir mucha potencia y garra, también mucho sentimiento. Ramón Lage en cambio no tiene tanta potencia, pero si mucha versatilidad. Al final, con esto se consigue abrir mucho el abanico de colores y los juegos de contrastes de melodía y garra.

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