Saor hechiza Valencia con su mágica mezcla de black metal y folk escocés

Saor + Litost

15 de noviembre – Sala 16 Toneladas – Valencia

Kivents

Crónica y fotos: Yúbal Fernández

Después de volarnos la cabeza el pasado febrero con el lanzamiento de su sexto disco, «Amidst the Ruins«, Saor llegó la semana pasada a tierras españolas para  demostrarnos que su magia no es solo cuestión del estudio, sino que también pueden hechizarnos con su directo. Se trata del proyecto musical de Andy Marshall, en el que toma una base de black metal y la mezcla con música ambiental y con folk escocés, todo ello con toques progresivos. Toda una rareza musical para los amantes de la música mestiza, y de esos temas que mezclan agresividad y belleza melódica.

 

He de confesar que hasta el lanzamiento de este último disco no conocía a Saor, no los había estado siguiendo. Pero tras escuchar su trabajo, se ha convertido con derecho propio en el mejor descubrimiento musical de mi 2025. Esto hizo que llevase esperando este concierto desde que fue anunciado hace unos meses, pero también que tuviera cierto nerviosismo por si no estaban a la altura de las expectativas. Pero vaya si lo estuvieron. Junto a ellos, en la sala 16 Toneladas de Valencia teníamos a la banda local Litost, con su arrolladora propuesta de black metal sin complejos, y que fueron los encargados de abrir el concierto.

 

 

Ya desde el principio demostraron que no iban a dar tregua. Fueron atronadores desde el primer minuto, con una ametralladora de batería y guitarras afiladas, además de una voz desgarrada e incisiva. La banda está formada por Manri a la voz y una de las guitarras, Daniel Molina a la batería, y Joaquín García en la otra guitarra. Su bajista actual es Luis Bru, aunque no pudo estar en el concierto, por lo que sus compañeros decidieron montar una especie de altar situando el bajo en la parte trasera del escenario apoyada en la pared y rodeada de velas. Obviamente, también llevaban la pista de este instrumento grabada de fondo.

 

El sonido fue bueno desde el principio, punto extra para la sala, y los valencianos no detuvieron su tralla ni un minuto. Iban enlazando tema tras tema casi sin parar a coger aire, y fueron pocas las veces que se pararon a hablar con el público. Eso hizo que su actuación pasase muy rápido, mientras navegaban entre tema y tema con sus riffs frenéticos y las voces agresivas, aunque de vez en cuando Manri las combinaba con voces limpias con un excelente resultado. Pero quizá quien más me sorprendió fue el batería. Uno piensa que en el black metal la batería es simplemente una ametralladora y ya está, pero si le prestabas atención podías encontrarte con muchos matices, cambios y técnicas diferentes.

 

Los asistentes se lo estaban pasando en grande. En primera fila hubo moshpit, hubo alguien que subió al escenario y se lanzó al público, y todos estábamos moviendo el cuello sin parar. Hubo detalles curiosos, como cuando ambos guitarristas se giraron hacia ese altar que le habían hecho al bajo para tocar mirando hacia él, como si su compañero estuviera con ellos, un bonito homenaje a quien no pudo asistir. Y uno de los momentos que nos deleitaron a quienes no los conocíamos fue su clásica versión blackera de «Libre», de Nino Bravo, una divertida propuesta. Terminaron con «Tempesta», la última canción de su primer disco, dejándonos a todos con un muy buen sabor de boca, ya encendidos y con la adrenalina a tope.

 

Y entonces llegó la hora del plato fuerte de la noche. Con puntualidad europea, Saor dio inicio a su set con «Amidst the Ruins», un auténtico temazo que es toda una suit musical de casi 13 minutos con una gran cantidad de cambios y paisajes musicales. Es una opción perfecta para abrir un concierto, porque el inicio de la canción es arrollador, puro blackeo melódico en el que la batería de Carlos Vivas nos ametralla junto a los afilados riffs de los guitarristas Martin Rennie y Nicolas Bise a ambos lados del escenario. El centro lo ocupaba la imponente figura de Andy Marshall, que empezó a cantar con sus característicos gruñidos melódicos y suaves, más ambientales que incisivos.

 

 

En el fondo del escenario estaba Ella Zlotos, encargada de las flautas, la gaita y de los coros con su hermosa voz. Estaba como en segundo plano, detrás de los demás, pero cada vez que tocaba robaba por completo el concierto. Suyo era el deber de darle la capa folk y melódica a la música, y cumplió de una manera excelente. De hecho, ya en esta primera canción hay un momento en el que la música se para casi por completo y nos lleva a un fragmento solo con la voz femenina, y el resultado fue absolutamente mágico. Y lo mejor de todo es que se fue repitiendo durante su actuación.

 

El set del concierto siguió con los temas «Bròn» y «Echoes of the Ancient Land», con los que la fórmula volvía a repetirse, mezclando momentos más rápidos y potentes con otros en los que la rudeza de los riffs se diluía con el sonido de la gaita o los matices de la flauta, o donde los coros de la hermosa voz femenina contrastaban con la agresividad de la voz masculina. La banda fue capaz de llevar perfectamente al directo su característica mezcla de música agresiva y casi extrema con capas ambientales y folk, creando una atmósfera mágica con el que tan pronto estabas dejándote las cervicales cabeceando como emocionándote por los pasajes más melódicos. En este punto, también hay que elogiar el buen sonido de la sala, y el excelente trabajo de los técnicos, sonaba todo de maravilla.

 

 

El concierto fue continuo, y Saor no se detuvo en ningún momento a hablar ni a presentar canciones. Llevaban una pista de sintetizadores grabada, y parecía que fuera una pista única y sin cortes, porque cuando terminaba un tema daba la sensación de que había una música ambiental que prácticamente enlazaba con la siguiente. Y así estuvo la banda escocesa envolviéndonos en su hechizo musical, y sin pararse a descansar más allá de lo que pedían los propios temas con sus diferentes paisajes sonoros. Había veces en las que Marshall y otros integrantes simplemente se paraban y dejaban de tocar, pero solo porque Zlotos recogía el testigo para guiarnos con sus instrumentos de viento.

 

El cuarto tema de la noche fue «Rebirth», en cuya parte final confieso que se me pusieron los pelos de punta. Es uno de los momentos más mágicos del último disco, donde un punteo de guitarra y la voz de Ella nos dejaron a todos maravillados. Fue bonito, emotivo, sobre todo porque es el colofón de un tema cuya primera mitad es radicalmente opuesta, con mucha velocidad y agresividad. La manera de llevarlo al directo fue simplemente sublima, y no se les puede poner ningún pero. El punto final lo marcó el tema «Aura», otra maravilla sonora que marcaba el colofón perfecto a uno de los mejores conciertos que he visto este año.

 

Pero aquí viene mi gran queja del concierto, que Saor solo tocó cinco temas, y su bolo duró poco más de una hora, lo mismo que los teloneros. De hecho, entre eso y que cuando terminaron la sala no encendió la luz, hubo un poco de confusión entre los asistentes que, mientras pedían otra, se alegraron al ver a los integrantes de la banda volver al escenario… para luego llevarse el chasco de comprobar que era para recoger. Un concierto demasiado corto para lo bueno que fue, de esos que me dejó con demasiadas ganas de volver a verlos de nuevo cuanto antes.

 

Al final, toda la gente con la que hablé mientras iba hacia la salida estaba encantada con los escoceses. Incluso una persona me llegó a decir que pensaba que se iba a aburrir porque los escuchó por primera vez en el coche de camino al concierto y le habían parecido demasiado suaves, pero admitía que le habían callado la boca de una manera impecable. Creo que esto es algo que resume el concierto a la perfección. Fue como un hechizo que terminó demasiado pronto, y ahora ya solo espero que no tarden demasiado en volver a visitar tierras españolas.


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