Mägo de Oz – Malicia: Larga vida a la bruja

Mägo de Oz – Malicia

89/100

Warner Music Spain

31 de octubre de 2025

Este disco ha supuesto para mí un verdadero viaje. Desde que comencé a escucharlo, hace apenas un par de semanas, mi impresión inicial ha ido evolucionando a medida que profundizaba en él. Estamos ante un álbum realmente complejo, que requiere tiempo para ser desgranado y apreciado capa a capa. Cada tema ofrece matices distintos, y en conjunto, el disco se presenta variado y con una fuerte carga instrumental. Estos pasajes instrumentales funcionan como medios tiempos o transiciones, permitiendo que la reexposición de los temas principales recupere fuerza y contundencia.

 

El trabajo tiene una duración aproximada de hora y veinte, con 15 canciones, la mayoría de considerable extensión, lo que ha hecho necesario un esfuerzo para captar todo lo que el disco tiene para ofrecer.

 

Curiosamente aunque lo leas en este orden, me he dejado para el final estos tres cortes, y es que son los más complejos del disco. «Malicia» quizá sea el tema central del álbum, por ello es el homónimo. Pero lo tiene todo: potencia, agudos, melodías pegadizas dobladas por varios instrumentos, cambios de tiempo en diferentes secciones. Pero no nos andemos con rodeos, es el TEMAZO del disco. Cuesta remontar tal canción con la complejidad instrumental y con la de movimientos (pese a que estén unidos en el mismo tema) que hay, pero lo es. Muchas reminiscencias a la perfecta «Jesús de Chamberí».

 

Teclados y violín que introducen «Ríos de lágrimas». Un tema dedicado a las víctimas de la DANA, realmente estremecedor y que consigue dos sentimientos totalmente contrapuestos. Pues la congoja y agonía de los primeros minutos se torna en fuerza y poder en el estribillo. Otro de los temas imprescindibles. Va a ser difícil llegar a hacer un top 3. «Quiero ser libre» me lleva a pensar en álbumes como Gaia pero con un sonido renovado con presencia de teclados y sintetizadores donde otra vez hay gran presencia del estribillo como parte central.

 

 

Los teclados, simulando un órgano, introducen “El último rezo”, con un contrapunto a dos voces de Rafa Blas y Xana Lavey que estalla en un estribillo potente, donde la voz de Rafa se luce acompañada de coros cuidadosamente trabajados. Tras el estribillo, un motivo instrumental repite la melodía principal, siguiendo la misma fórmula de voces y coros en la parte final del tema. Destaca también el solo de guitarra hacia el final y, en cuanto a la letra, la frase “Pues como rezar es como querer vaciar el mar” me parece un guiño fascinante a nuestra querida obra «Los renglones torcidos de Dios». Estoy segura de no ser la única que ha notado esta referencia.

 

“Quiero Ser Libre” nos presenta un tema más ligero, en compás de 3/4, cuya letra gira en torno a la depresión. Aunque el estribillo no destaca por su grandilocuencia, Txus demuestra, como siempre, su maestría para crear un reclamo poderoso que engancha desde la primera escucha. La fuerza de este estribillo es, sin duda, uno de los puntos más sobresalientes del tema.

 

No queda del todo claro quién se encarga de las guitarras en cada parte (según tengo entendido, cuentan con tres guitarristas, Víctor de Andrés, Ix Valieri y Jorge Salán), pero en todos los temas se produce un momento destacado para lucimiento instrumental.

 

Uno de mis temas favoritos del disco es “Mi cuerpo y yo nos dejamos de hablar”. A primera escucha, podría parecer un tema sencillo, pero me atrapó desde el inicio. No puedo dejar de destacar la labor de Xana Lavey: es una vocalista extraordinaria y, en mi opinión, merecía más protagonismo a lo largo del álbum.

 

La carga emocional baja con “La noche celta”, un tema folclórico que invita a bailar, con flautas y violines muy presentes. El final combina guitarras acústicas y un sutil bajo rítmico con varias voces a capella al estilo de «La costa del silencio», terminando en dos tonos diferentes que rematan a la perfección este tema festivo.

 

El disco incluye también un medio tiempo prácticamente instrumental, «Mil ojos tiene la noche», salvo por unos cantos monofónicos hacia el final, dedicado al bajo y que concluye con una guitarra distorsionada. Es un tema muy al estilo de Malmsteen, que cierra el álbum de manera inesperada y sorprendente.

 

«El Vals de las almas rotas» ha sido el éxito por antonomasia, también fue el tema que dio a conocer este nuevo álbum y salió como single hace 7 meses. Canción metálica, hímnica y a dos tonos. Es que tiene todo lo necesario para ser un tema Mägo de Oz al cien por cien. Grito afinadísimo incluso para concluir con Rafa Blas abanderando. Este tema es el gran ejemplo de que Mägo de Oz nunca envejece.

 

 

 

Reminiscencias a «T’esnucaré contra’l bidé» con la siguiente «La ruta de los sordos», y cómo no iba a ser así si Juanma Lobón (primer cantante de la banda) participa en este tema que fusiona blues, rock a diferentes ritmos y melodías. Tiene un carácter muy festivo y pese a que los motivos melódicos son reconocibles, se te engancha en la mente.

 

«Halloween – almas sin luz» rescata a Xana como vocalista principal y es un tema de corte moderno con tintes al power metal europeo de bandas como Beast in Black, Amaranthe… Incluso le veo toques -muy lejanos- a Jinjer.

 

«Los fantasmas de la fe» es un tema totalmente Söber, así que poco más que añadir en un tema que hasta la voz de Rafa me recuerda a Carlos Escobedo. Y es otra demostración más de lo polivalente de esta banda.

 

«La tierra de nunca jamás» recupera el ambiente festivo y de himno y el estribillo es totalmente coreable con una melodía suave y una línea vocal asequible que nos vuelve a recordar que Mägo de Oz siguen dando con la fórmula.

 

«Siempre juntos» es toda una balada, en el que Xana se vuelve a lucir pero quizá queda algo más abandonada. Al ser un medio tiempo la habría puesto hacia la mitad del disco y al final me queda algo coja. Sin dejar de desmerecer el resto del álbum.

 

De verdad que sólo puedo alabar este nuevo trabajo de «La Bruja» y como suscribo en estas líneas. Larga vida a la bruja. Pues Mägo nos han vuelto a demostrar que siguen siendo una banda de primer nivel compositivo y aunque los cambios de formación sigan siendo tan habituales como los cambios estacionales, han conseguido un ritmo que hace que poco importe en el resultado. Este disco me ha reconciliado y me ha devuelto a muchas épocas anteriores de Mägo.


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