86/100
31 de octubre de 2025
Autoproducido
Hay bandas que se limitan a escribir canciones, y hay otras que construyen universos. Smash Into Pieces pertenece a la segunda categoría. En ARMAHEAVEN, su octavo álbum de estudio, los suecos no solo amplían su mitología —la del enigmático Ghostis y su guerra digital— sino que alcanzan un nivel de ambición sonora y conceptual que los consagra, sin discusión, como los grandes arquitectos del rock moderno cinematográfico.
Desde la primera escucha, ARMAHEAVEN se siente como un viaje más que como un disco. «NeoFuture» abre con sintetizadores densos y percusiones industriales que marcan la pauta de un álbum donde lo orgánico y lo digital conviven en constante tensión. Luego, «Villain» y «Broken Halo» canalizan el ADN más puro de Smash Into Pieces: riffs afilados, coros monumentales y esa mezcla de agresividad controlada y emotividad que solo ellos manejan con tanta precisión.
El apartado técnico es impecable: producción cristalina, guitarras que respiran y una percusión que no solo golpea, sino que cuenta historia. La voz de Chris Adam Hedman Sörbye brilla con una versatilidad impresionante, capaz de pasar del susurro melódico a un rugido que haría sonreír a cualquier fan del metal moderno.
A lo largo del disco nos encontramos con las joyas «Paradise» (con Elize Ryd) y «Flame» (junto a LIAMOO) sirven como ejemplos de la ambición melódica del grupo: pop estructurado con alma de metal. Ryd aporta su habitual elegancia épica, mientras LIAMOO introduce un aire contemporáneo sin comprometer la identidad de la banda. Pero la sorpresa llega con «First Time», un dueto inesperadamente emotivo con LiLiCo que mezcla culturas, idiomas y emociones en una de las canciones más luminosas del repertorio.
Temáticamente, ARMAHEAVEN es una distopía con corazón: una guerra entre inteligencia artificial y humanidad, pero narrada con alma, con esperanza incluso entre las ruinas digitales. Canciones como «Man or Machine», «Devil in My Head» y «Prophecy» destilan esa tensión: el miedo a perder el control frente a la fascinación por la tecnología que nos define.
El sonido del álbum es un híbrido perfecto entre industrial, metal alternativo y rock melódico cinematográfico. Pero ARMAHEAVEN no es una imitación de nada de lo que conocemos: es una evolución. Smash Into Pieces han aprendido a hacer del artificio una forma de sinceridad.
Cierra con «Some Kind of Heaven» y «Prophecy», dos temas que funcionan como epílogo emocional y catártico. Hay en ellos un aire de cierre de ciclo, casi como si la banda estuviera completando su propia saga audiovisual con la madurez que solo se alcanza tras años de giras, caídas y resurrecciones.
ARMAHEAVEN es, en definitiva, la síntesis de todo lo que Smash Into Pieces ha prometido durante su carrera: una obra que combina espectáculo, sentimiento y precisión quirúrgica. No todos los discos pueden sonar modernos y eternos al mismo tiempo. Este sí.
Mi nombre es Irene, y todo el mundo me conoce por mi apellido Kilmister adquirido por el que ha sido y será mi mayor ídolo en esta vida. Lo cierto es que yo empecé en esto de la fotografía sin pensarlo mucho. Era la típica amiga de la cámara, pero de que me quise dar cuenta me propusieron entrar a colaborar en un medio profesional en 2017 y desde ahí he pasado de ser esa amiga de la cámara a evolucionar y coinvertirme en lo que conocéis ahora.
Apasionada de la música en todos sus géneros y amante de la lectura y los conciertos, aunque mi verdadera profesión no tenga nada que ver con todo esto.
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