To Mega Therion
27 de octubre de 1985
Noise Records
Hay discos que pueden ser considerados un antes y un después en la historia de un género musical, y To Mega Therion de Celtic Frost se acerca mucho a este concepto. Tras haber creado Hellhammer, una banda de metal extremo, antes de esa definición, y que tiraba raíces en Venom y Bathory, el grupo se disponía a grabar su primer disco oficial. Ya había habido dos EPs previos bajo el nombre de Celtic Frost, y a pesar de todo esto… ¡su bajista tenía solo 17 años! Y tenían discográfica, pero tenían muy claro que les fichaban más por sus pintas que por su calidad musical. En palabras de Tom… “Quedaban muy bien en las fotos”.
El disco está marcado por los desencuentros entre Tom G. Warrior y Martin Eric Ain, que incluyeron una breve ruptura. Eso explica el por qué en el disco original el bajista sólo graba unos pocos temas y otros los graba Dominic Steiner. En posteriores reediciones es Ain quien graba sus partes. Pero es que lo de encontrar un baterista competente para tocar esa música… fue otro de los quebraderos de cabeza para los suizos. Como en su tierra no encontraban a nadie, llegaron a contactar con gente norteamericana, y la casualidad hizo que hubiese un baterista capaz, Reed St. Mark en Zurich.
Una portada que es una obra maestra del creador de Alien
Una auténtica barbaridad… Que Celtic Frost consiga que todo un H.R. Giger+ para el arte de este disco es algo inconcebible, pero lo hicieron… Esos moscosos con aspiraciones satánicas coincidieron con su amor por el artista (también suizo) y buscaron su número de teléfono, le llamaron y… “violà”. No solo vio el artista en ellos una especie de plasmación de su arte en lo musical, sino que les ofreció dos pinturas absolutamente geniales para el disco. Estamos hablando de algo tan impagable como si Dalí te cede gratuitamente sus pinturas más famosas para portada y libreto interior.
“Bueno, en 1983, cuando Martin Eric Ain se unió a Hellhammer, él y yo descubrimos que éramos ambos fanáticos incondicionales del arte de H.R. Giger. Yo había sido fan desde que era un adolescente, porque mi padre tenía los primeros libros de H.R. Giger y también tenía una impresión de H.R. Giger colgada en la pared de casa. Por supuesto, Martin y yo queríamos tener un contrato discográfico algún día, y dijimos que, si alguna vez lográbamos tener un contrato discográfico, sería absolutamente fantástico trabajar con Giger para una portada”.
Dentro de la carpeta está al “Victory III”, con ese demonio gigante y rojo haciendo el símbolo de la victoria, pero es que cede el “SATAN I” con el diablo, utilizando al Jesús crucificado como tirachinas. Difícilmente se ha creado nunca una pintura tan irreverente y original, puesto que el mismísimo diablo te está apuntando a la cara usando a Cristo como arma, por lo que los juegos de interpretaciones aquí son infinitos. Giger no había creado el “Alien” todavía, pero sus pinturas eran ya mundialmente famosas.
El disco
“Innocence and Wrath” es una intro maléfica y pomposa a pesar de que los medios en la Suiza de la época, para una banda de metal, eran escasos o nulos. Era de verdad que, un poco, ya te apuntan hacia donde quería ir el grupo. En el fondo, es una agrupación que juega con los elementos que tiene, pero que aspira a hacer grandes cosas. Ya en “The Ursuper” ya ves que ha mejorado mucho todo desde los tiempos de Hellhammer. Riffs entrecortados con un punto de punk evolucionado, y furibundo, en unas voces tan toscas como icónicas. Los Venom están muy presentes, pero la voluntad de ir más allá está más presente. El detalle de incluir una voz femenina puntual de corte operístico ya es una pica en Flandes para el heavy metal…
El “Jewel Throne” es una pieza clave, muy contundente, de tiempos marcados y con la batería de Reed especialmente funcional y tocando para el tema. Es como sonaría lo malvado en 1985… porque no había más. Hay un arreón sorprendente a media canción que se acelera poniendo tierra de por medio respecto a Venom y a Bathory. Tempos rápidos, solos de guitarra algo deslavazados y que no gozan de una producción que los premie, pero Celtic Frost, desde la pequeña Suiza, probaba cosas que irían creciendo con el paso de los años. “Dawn of Meggido” navega en terrenos más de Black Sabbath con bajo y guitarra tirando de monolitismo y con los apagados platos de Mark. Vuelven a acelerar y, sin llegar a ser prog, intentan sonar sinfónicos, especialmente por las percusiones y arreglos. Hay cuernos raros y otros atrevimientos inusuales por la época.
“Eternal Summer” no es precisamente de lo mejor del disco y suena a compendio de todo lo ya hecho hasta el momento. De verdad que queda en una tierra de nadie entre el punk y la NWOBHM, pero sin brillo, más allá de ser algo primigenio. Lo que sí toca destacar aquí son los dobles bombos de Reed St. Mark y el incesante bajo de Martin Eric Ain, que da empaque a todo lo brindado por el combo. “Circle of te Tyrants” no sólo es una de las cimas del disco, sino de Celtic Forst en general. Icónica, aglutinando todos los elementos y consiguiéndolos poner con coherencia y cierta sofisticación. Riff para recordar, voces maléficas, acelerones, doble bombo y una voz femenina puntual. Alcanzan otro nivel dentro de lo poco con lo que cuentan.
“(Beyond the) North Winds” no es una de las piezas más reconocidas del disco pues va mucho más en la onda primigenia de su anterior obra y de Hellhammer. Es oscura y contundente, con una gran guitarra en el solo por parte de Warrior, pero es previsible y esperable incluso para la época. En “Fainted Eyes” estamos ante una pieza que peca de algo de similitud con la anterior, pero con más minutaje y ese riff sucio que puede beber directamente de Motörhead. El bajo de Martin está especialmente alto para luego zambullirse de lleno en la experimentación de efectos de sonido, cortesía de su baterista en “Tears in a Prophet’s Dream”, en la que participa el grupo junto a Steve Warrior. Galimatías ocultista que ha quedado desfasadísimo.
Y finalmente nos topamos con otro de los grandes hitos del trabajo como es “Necromantical Screams”, en la que aparece una voz femenina operística que eleva al grupo hacia algo especialmente extraño y diferente. Canta Warrior y la canción está realmente trabajada, apuntando a lo que está por venir en Into the Pandemonium. Hay solemnidad y es ampuloso y especialmente ambicioso. La voluntad de hacer cosas diferentes es lo que lleva al grupo a un estadio superior, y este tema, lo resume y condensa especialmente.
“Pero por supuesto no pensamos que eso fuera posible, éramos unos desconocidos y Giger ya era bastante famoso, pero como no teníamos nada que perder, simplemente le escribimos una carta. Buscamos su dirección en la guía telefónica y estaba allí, así que le escribimos una misiva explicándole todo y le enviamos algunas pistas de demo de Hellhammer. Creo que fue a finales de 1983, y para nuestra sorpresa, nos llamó, y así comenzó nuestra amistad”.
Veredicto
To Mega Therion es el inicio de muchas cosas y una obra que a día de hoy merece estudio y devoción. Los impulsos satánicos están en primera línea, pero el grupo, como la mayoría, superaría eso a pesar de que les da mucho juego en ese enonces. El gran logro del disco es que es lo de llevar el material de Venom y de Bathory a otro nivel. Son pequeñas salpicaduras y boutades para la época, pues todavía no se sienten cómodos como para dar la patada al tablero y romper todas las reglas, cosa que sucedió con su posterior obra. El mundo no estaba preparado para eso ni tampoco la escena. Y menos para unos desconocidos que venían a Suiza.
Una de las historias más bonitas de Celtic Frost es que Warrior y Giger terminaron siendo grandes amigos hasta el punto de que el músico terminó siendo el asistente personal del pintor y escultor en sus últimos días. Tom es una parte muy importante del legado de Giger y es uno de los dirigentes del museo del artista suizo. Y que un grupo pueda tener como portada el material de uno de los más grandes genios pictóricos de siglo XX es una auténtica barbaridad. Recordemos que tenían algunos 17 años…
“En los meses siguientes, él y su esposa nos llamaban ocasionalmente y nos escribían, y finalmente acordamos el cuadro ‘Satan 1’ para un posible disco. Más tarde obtuvimos el contrato discográfico con Celtic Frost, por lo que realmente pudimos usar esta pintura, y ese fue realmente el comienzo de mi amistad con Giger hace ya muchos años”.


Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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