My Dying Bride + Candlemass + Todomal + Sylvaine + Gaahls Wyrd
28 de septiembre de 2025
El Poble Espanyol
Organiza: Madness Live!
Redactores: Jordi Tàrrega y Pere Guiteras
Fotos: Tigran Grigorian
¡Todomal!
Todomal… y es que no puedo decir otra cosa que no sea: “Todomal”. Más que nada porque la unión en el espacio-tiempo de partido de Barça, fiestas de la Mercè, Piromusical y festival metalero hicieron que para mucha gente, el poder llegar al recinto, fuera un auténtico suplicio. Y más me dolió saber que nos habíamos perdido a una banda especialmente enchufada, que convenció a todos/as, que vendió mucho merchandising y que, curiosamente, debutó el año pasado dentro del marco del Be Prog! Me sabe mal por mi bienamado Javi “Bastard” Félez, pero no hay crónica, si las fotos de nuestro gran Tigran Gregorian.
Sylvaine ofrece unos originales juegos de contrastes
Más que interesante propuesta la de Sylvaine, comandados por esa especie de elfo silvano que es Katherine Shepard, hechizante mujer que es capaz de tocar la guitarra y combinar dulzor, emanar naturaleza para luego sacar su lado más agresivo, post metal, cargado de guturales. Set que se hizo corto, pero muy completo empezando por “Nova”, con el cuarteto vestido de negro y con su logo detrás, sobre sus cabezas. Ya antes de encarar “Earthboud” nos habló con voz dulce, contrastando sus guturales y los ritmos doom, que combinó impecablemente, con esas voces limpias, y hasta cierto punto, de ninfa del bosque.
Los noruegos estaban muy entonados y el grupo estuvo especialmente preciso, con ese gigantón pelirrojo al bajo. En “Fortapt” vimos que algunas segundas voces iban enlatadas, consiguiendo momentos especialmente hipnóticos y con buenos coros reales del bajista. Nos contó la lideresa que había estado en Barcelona hacía una década de vacaciones y dio especialmente las gracias a la organización. Luego ofreció uno de los temas nuevos: “I Close My Eyes so I Can See”, especialmente intensa para luego decirnos que ese era su último concierto de “verano”.
“Mono No Aware” está escrita en japonés, y funcionó, pero creo que la gente se fue especialmente impactada con ese último temazo que lleva por título “Morklagt”, con unos blast beats infernales a los que llegas después de unas odas a la naturaleza virginal, pasajes de índole tribal en la batería y luego post metal de manual, especialmente entonado y efectivo.
Gaahls Wyrd lleva la oscuridad al festival
Y llegó la oscuridad con el ex líder de Gorgoroth, que vino pintado para la ocasión con unas pinturas puramente black metaleras y con la banda con algunos detallitos de maquillaje malévolo en sus caras, pero huyendo del corpse paint. Quinteto teatral, empezando con la profunda “Ghosts Invited” y con ese punto ceremonioso. Teclados pregrabados, pero la primera concesión a Gorgoroth llegó de la mano de “Carving a Giant”, acompañado por ese telón con su logo en ambos flancos y la cornamenta de ciervo. Black muy puro, aunque elaborado, que continuó en “Aldrade Tre”, tema de God Seed.
Ghaal repartía juego, reivindicaba su pasado y continuaba con “Awakening Remains – Before Leaving” y “Braiding the Stories”. Tocó de sus temas del proyecto personal con una banda más que capaz, con un público más doom que black y con escasos parlamentos. El show se hizo algo largo, con gente hablando y desconectando entre el público, pero ante cortes como “Time and Timeless Timeline” cabe decir que, lo ofrecido, estuvo especialmente potente y que su gama de voces es variada y que no falla. Toca decir también que hubo varios problemas técnicos, pero que no se perdió tampoco el ritmo, continuando con “Exit – Through the Carved Stones” y con un recuerdo a Trelldom.
Entonces acaeció un laaaaargo momento de silencio y el sonido fue de menos a más. Tiraron de material propio a pesar de que consiguieron remontar, especialmente en ese temazo de Gorgoroth que es “Prosperity and Beauty” y una final “Alt Liv” de Godspeed. Fueron la banda más dura y contundente de todo el festival y se agradece especialmente su presencia, pero servidor ha visto a Ghaal en Wacken, con un incendio detrás, con hombres y mujeres desnudos crucificados y llevando algunas de estas canciones a una provocación pocas veces vista. Lo que hay ahora es un muy buen grupo, con grandes canciones, pero que no va a tener la relevancia de una agrupación que estaba llamada a ser referencia y a hacer historia con él de líder absoluto. También el hecho de tocar de día restó muchos enteros de lo que puede llegar a impactar una iluminación, que es parte importantísima en el black metal.
Candlemass sublima el doom con un show para enmarcar
Les tocaba salir al escenario a los pioneros del doom metal épico: los suecos Candlemass, liderados por su bajista Leif Edling. Es evidente el enorme cariño que les tengo ya que, además de llevarlos tatuados, había podido disfrutarlos en directo previamente hasta en cuatro ocasiones: la primera vez fue atípica en el Barcelona Rockfest de 2016, con Mats Levén detrás de las voces; luego en la edición de 2019 de ese mismo festival pudimos verlos ya junto a Johan Längqvist, el cantante original de su majestuoso debut Epicus Doomicus Metallicus; en 2021, para el Keep It True Rising alemán, tocaron enteros sus obras maestras Nightfall y el mencionado primer disco, así como el año pasado me encantaron en el Hell’s Heroes VI de Houston, en Texas.
Como era de esperar, su interpretación fue la definición perfecta de la épica solemnidad. Tras su «Marche Funebre» que homenajea a Chopin, aparecieron frente a nosotros para engancharnos de primeras con la pegadiza «Bewitched». Es inevitable acordarnos del carismático Messiah Marcolin y el baile que hacía con sus ropas de monje. Ojalá hagan como Helloween y cuenten con más de un vocalista, para que su reciente reunión en Grecia no sea algo temporal. Del mismo disco Nightfall (1987) siguieron con «Dark are the Veils of Death», para luego tocar otro clásico como «Mirror Mirror» del Ancient Dreams (1988). Aunque la poderosa voz de Johan encaja como un guante en las composiciones del Epicus (1986) como «Under the Oak», que grabó antaño como músico de sesión, resulta satisfactorio comprobar cómo se adapta con versatilidad en los temas de la etapa de Marcolin, como en «Dark Reflections» del Tales of Creation de 1989.
Después de una de mis favoritas, la demoníaca «Demon’s Gate» del primer álbum, quisieron reivindicar su material más reciente con «Sweet Evil Sun», del mismo disco de 2022. Vuelta al pionero estreno en la onírica «Crystal Ball», con un solo de guitarra de Lars Johansson de pura magia, así como el momento más emotivo de la velada en «A Sorcerer’s Pledge» (“Where is the morning, where is the sun”), para dejarnos los pelos como escarpias. Llegó la traca final con otros dos himnos del nivel de «The Well of Souls» y la melancólica «Solitude».
El repertorio fue casi perfecto, aunque hubiese añadido «Black Stone Wielder» (la única que faltó del Epicus) y otra favorita de los seguidores como «Samarithan». Tiene mucho mérito que, después de cuatro décadas de historia de esta indispensable banda, todavía mantengan la formación original, incluso cuando se han separado dos veces: además de los ya mencionados, no podemos olvidarnos también del incansable trabajo del batería Jan Lindh y el guitarrista rítmico Mappe Björkman. ¡No nos queda otra que entregarnos completamente hechizados, después de semejante exhibición!
My Dying Bride estuvo a la altura de las circunstancias (sin su cantante)
Era mi primera experiencia en directo con My Dying Bride, pero tengo que confesar que quedaron algo enmascarados por el inmenso concierto de Candlemass y con la espera necesaria, que hubo que acaecer, para que el festival piromusical de la Mercè terminara para que pudiera dar todo comienzo sin pirotecnia. Había menos gente, y es que el metro terminaba a las 0:00, y todo iba a estar saturado por los asistentes al evento en Maria Cristina y al partido del Barça. Hubo una sensación rara, y el sonido del que disfrutaron no fue tan excelso como el de la agrupación anterior, a pesar de que entraron muy bien con “A Kiss to Remember”, precedida por unas campanas de duelo al entrar el grupo. Esos momentos arrastrados con el violín fueron especialmente bellos.
La voz profunda del sustituto de Aaron Sainthorpe, Mikko Kotamäki (Swallow the Sun) fue de menos a más junto al violín de un Shaun McGowan que combinaba la cuerda frotada con los teclados. El sexteto optó por “My Hope, the Destroyer”, empezada por el profundo bajo de Lena Abé. El grupo elevó el doom a otra categoría y ese arrebato de velocidad hizo que el tema nos ganara con creces. Definitivamente servidor iba para escuchar “Like Gods on the Sun”, y ese fue punto de inflexión, querido y admirado por los presentes. La única concesión a su última obra vino en forma de “The 2nd of Three Bells”, que fue single en su día. Acústicas por parte de Andrew Craighan y sentimientos a flor de piel.
Huelga decir que hubo parte del público que desconectó un poco y todo avanzó por inercia y galones, más que por rotundidad. Y a pesar de que el set fue variado, hubo quejas, pero… el concierto era especialmente esperado por muchos de sus fans, que llevaban años sin verles. Volvió el bajo a dar la entrada en “From Darkest Skies” y las cosas mejoraron ostensiblemente en esa entrada preciosa que posee “The Cry of Mandkind” con un Mikko que empezaba a estar especialmente entonado, pero… que no caiga nada de A Map of Failures nos dejó un poco con las ganas. Terminó un servidor con ellos en “The Snow in My Hand” convencido del buen concierto, pero… pensando si, visto lo visto, eso era My Dying Bride o algo que se les acercó muchísimo. Romperemos una lanza a favor de Mikko (papelón), pero no voy a continuar con la crónica si realmente no lo puede ver… Cinco días de nueve en el Poble Espanyol en unos festivalazos maravillosos. No perdamos lo que tenemos, pero familia y trabajo tienen que pasar por delante de lo que es el voluntariado.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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