77/100
22 de Agosto de 2025
Napalm Records
Si alguna vez alguien dudó de que el folk metal podía combinar épica, humor irreverente y un sentido del espectáculo casi circense, Knightclub de Feuerschwanz llega para disipar cualquier duda. Con este nuevo álbum, la banda alemana consolida su reputación como maestros del “party metal” medieval, logrando un equilibrio inusual entre riffs contundentes y melodías que invitan a corear en cualquier taberna imaginaria.
El disco abre con la pista titular “Knightclub”, con la colaboración de Dag SDP, una declaración de intenciones: ritmos pegadizos, guitarras afiladas y coros tan épicos que parece que la banda está encabezando una procesión de caballeros hacia la pista de baile. “Valhalla”, con la inconfundible voz de Doro, ofrece un momento de heroísmo clásico del metal, mientras que la reinterpretación de “Gangnam Style” —sí, has leído bien— demuestra que Feuerschwanz no teme romper las reglas, fusionando humor y habilidad técnica con descaro absoluto.
¿No tenéis la sensación de que últimamente el metal tiene a mamar y a añadir elementos de muchos otros estilos, dejando un poco de lado ese purismo metalero de dobles bombos y riffs veloces? Igual soy yo que últimamente me he metido en un nicho diferente, pero creo que se ha perdido el miedo a traspasar fronteras, en lo que a estilos se refiere.
A lo largo del álbum, temas como “Eisenfaust” y “Avalon” muestran la capacidad de la banda para alternar entre la fuerza bruta de los riffs y la melodía folk, creando paisajes sonoros que podrían encajar en una épica de fantasía… siempre con un guiño cómplice al oyente. La colaboración con Lord of the Lost en “Lords of Fyre” añade un aire oscuro y teatral que complementa perfectamente la energía más ligera de otras pistas.
Si bien algunos puristas podrían criticar la inclusión de momentos humorísticos y referencias pop, Knightclub demuestra que Feuerschwanz entiende perfectamente su propio universo: un lugar donde el metal se mezcla con el entretenimiento sin perder ni un ápice de calidad musical. La producción es limpia, cada instrumento tiene espacio para brillar, y los coros son tan memorables que es imposible no sentirse parte de un festín medieval al escucharlos.
Sin duda, es un álbum que se disfruta tanto en el escenario de un festival como en los auriculares de un fan del metal que aprecia tanto la técnica como el humor inteligente.

Mi nombre es Irene, y todo el mundo me conoce por mi apellido Kilmister adquirido por el que ha sido y será mi mayor ídolo en esta vida. Lo cierto es que yo empecé en esto de la fotografía sin pensarlo mucho. Era la típica amiga de la cámara, pero de que me quise dar cuenta me propusieron entrar a colaborar en un medio profesional en 2017 y desde ahí he pasado de ser esa amiga de la cámara a evolucionar y coinvertirme en lo que conocéis ahora.
Apasionada de la música en todos sus géneros y amante de la lectura y los conciertos, aunque mi verdadera profesión no tenga nada que ver con todo esto.
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