RIPOLLET ROCK
29 de Agosto de 2025
Fotografías por Irene Kilmister y Ruth Gómez.
Redacción por Irene Kilmister y Marc Fernández.
La edición 2025 de Ripollet Rock, celebrada el 29 de agosto en el Parc dels Pinetons, volvió a brillar con entrada gratuita, un aforo más que notable desde primera hora de la tarde y su habitual diversidad de estilos, a la que ya estamos acostumbrados. Encabeza el cartel la legendaria banda finlandesa Sonata Arctica, acompañada por Noctem, Xtasy, Trayax y, finalmente, Moonlight Haze, que reemplazó a Shiraz Lane. Una noche eléctrica que combinó calidad, diversidad y espectáculo metalero.
TRAYAX: energía local para abrir el Ripollet Rock 2025
Trayax, la banda local de Terrassa, fueron los encargados de abrir el Ripollet Rock 2025. Su propuesta, cargada de energía y con una clara intención de encender la velada, se vio lastrada por un sonido poco nítido que empañó gran parte de su actuación.
Los instrumentos se mezclaban en exceso, generando una masa confusa de acordes en la que era difícil distinguir los matices de cada tema. A ello se sumó una ejecución vocal que, pese al esfuerzo y la entrega del cantante, no logró destacar ni aportar claridad al conjunto. Como tributo tras su fallecimiento el pasado mes de julio, ofrecieron un guiño especial al gran Ozzy Osbourne interpretando un fragmento de «Crazy Train».
El resultado fue un inicio irregular, con un directo que no reflejó del todo el potencial de la banda. Aun así, Trayax mostraron voluntad y actitud sobre el escenario, algo que siempre es de agradecer, dejando la sensación de que, con mejores condiciones técnicas y una interpretación más afinada, podrían ofrecer una propuesta mucho más sólida.
NOCTEM: el ritual más oscuro de Ripollet Rock
La noche de Ripollet Rock alcanzó su punto más oscuro con la llegada de Noctem, que no ofrecieron un concierto al uso, sino una ceremonia. Entre luces rojas y velas, el escenario se transformó en un altar donde la música fue invocación y los músicos, oficiantes de un rito sombrío.
Cada gesto estaba medido, cada pausa cargada de tensión, creando una atmósfera hipnótica que atrapó a la multitud en un trance colectivo. Más que canciones, lo que desplegaron fue un relato de tinieblas, una experiencia sensorial en la que lo sonoro y lo visual se fundieron en un mismo lenguaje. Pudimos disfrutar de temas como «The Black Consecration», «CREDO CERTE NE CRAS» o «Sulphur» donde la intensidad de Noctem, unida a la teatralidad de la puesta en escena, los convirtió en uno de los grandes protagonistas de la noche. Su actuación no solo fue música extrema: fue el momento más ritual, oscuro y memorable del festival.
Su propuesta, sólida y única dentro del cartel, confirmó a los valencianos como uno de los proyectos más interesantes de la escena extrema nacional, capaces de convertir un festival en un oscuro ceremonial.
MOONLIGHT HAZE: El metal sinfónico que apacigua a las fieras
El festival confirmó a los italianos Moonlight Haze como un repuesto de última hora para Shiraz Lane, y aunque hay pocas cosas más subjetivas que el gusto musical, el paso de un hard rock fiestero y muy agradecido en el contexto de un festival gratuito, difícilmente puede
verse sustituido por la atmósfera grandilocuente del metal sinfónico.
Lo dicho, para gustos culos, pero lo que sí resultó innegable que el público estuvo bastante parado durante toda su actuación. Está claro que no se trataba de un show para hacer pogos o ponerse a saltar como si la vida fuera en ello, y aunque tampoco me atrevería a afirmar que el personal estaba aburrido, si que todo apuntaba a que había muchos que realmente estaban cogiendo sitio para Sonata Arctica.
Ojo, no quiero que por mis palabras parezca que la banda dio un mal show o que no tenían nivel, nada más lejos de la realidad. Temas como “Ad Astra” o “The Rabbit of the Moon” sonaron muy bien y calaron con más fuerza entre el público que sus predecesores, pero cuándo tu actuación está atrapada entre un show tan brutal como el de Noctem y el del cabeza de cartel, cuesta mucho levantar cabeza.
Con un poco de suerte podrán volver por España al amparo de una sala y con unas condiciones más favorables.
SONATA ARCTICA: Un show irregular en todos los sentidos
Sonata Arctica se han ganado a pulso el dudoso honor de ser un grupo extraordinariamente irregular en lo que a desempeño en vivo se refiere, y su show en el Ripollet Rock no fue una excepción. Pese a gozar de la mejor hora posible, de un público extraordinariamente numeroso y del honor de ser cabezas de cartel, los primeros coletazos de su show hizo que pronto nos temiéramos lo peor.
Ya desde las primeras notas de “First in Line”, algo se sentía extraño, incluso fuera de lugar, como si la banda aún tuviera un pie dentro del camerino, lo que se terminó de confirmar cuándo encararon un tema tan querido y cañero como “Flag in the Ground”, que se ejecutó
con lentitud y sin entrega. Aunque “I Have a Right” logró arrancar algunos cánticos de entre el respetable, no logró que el concierto levantara el vuelo. El setlist fue por lo general bastante irregular, sobre todo cuándo cortes del “Clear Cold Beyond” como “Angel Defiled” dejaron al público como si estuvieran viendo una ad de Youtube de esas que no se pueden saltar. “Tallulah” salió al rescate con su energía de clásico que uno lleva usando desde 2002 para enrollarse con chicas sin figura paterna, pero su tranquilidad fue insuficiente para levantar a un público que con “The Last Amazing Days” ya volvía a caer en las garras de Morfeo. El bueno de Tony Kakko hacía lo posible por animar al personal, correteando por el escenario y haciendo aplaudir al público, pero uno simplemente no puede hacer una barbacoa de dónde no hay carne.
La sorpresa de la noche vino de la mano de “San Sebastian”, un tema que en su momento el grupo había afirmado que no volvería a tocar en vivo por su velocidad y requisitos técnicos, y aunque me sepa mal señalarlo, pude entender porqué. Si, los años no pasan en balde, pero las escapadas en las secciones de doble pedal de Portimo fueron flagrantes a niveles Lars Ulrichianos, y el tema pecó del mismo mal del que adoleció todo su show.
Llegados a este punto llegué a preguntarme si había algo así como un radar sobre el escenario, uno que fuera a multar a los fineses si decidían excederse en velocidad, pues daba la sensación de que la bajada tanto en bpms como en los agudos de la voz eran una decisión deliberada, una que buscaba extender hasta los 90 minutos un show que no daba más de sí.
Llegó el turno de encarar temas del queridísimo ‘Ecliptica’, y aunque “Replica” sonó sin alma y “My Land” sin energía, la banda supo salvar los muebles con su eterno as bajo la manga, un “Fullmoon” que sonó muy potente y que por primera vez presentó a una banda llena de energía y entusiasmo. Le siguió un falso final que precedió a los bises y un extenso discurso de Tony Kakko, que como ya sabemos, habla más que tu cuñado con unas copas de más.
La recta final del concierto la inauguró otra sorpresa, nada más y nada menos que la apabullante “Wolf and Raven”, y aunque después de “San Sebastian” me temía lo peor, lo cierto es que el grupo supo imbuir la canción con la fuerza que les había estado faltando durante todo el show, como si cerca del final estuvieran dispuestos a no dejar en su fuero ni una gota de energía. Como no podía ser menos, el final del show vino de la mano de “Don’t Say a Word”, que puso a saltar a un festival ebrio de este inesperado exabrupto de energía, acabando un concierto que empezó mal y fue a peor, pero que en un extraño giro de guión supo terminar por todo lo alto.
El concierto de Sonata Arctica fue algo así como una de esas noches en las que uno de tus amigos bebe más de la cuenta, te vomita en las bambas y empieza a molestar a la gente, dejándote sin otra alternativa que llevártelo a tu casa en un taxi, solo para que a la mañana siguiente te despierte con el olor de bacon y tortitas a modo de disculpa. Hubo retazos de porqué son la leyenda que son, y muchos de sus temas son auténticos himnos, y aunque cada vez cuesta más defenderlos, lo cierto es que cuándo les da la gana pueden tocar muy bien, aunque claro, les ha de dar la gana.
XTASY: La traca final
Xtasy, la banda navarra de hard rock melódico, puso el broche final al Ripollet Rock 2025 con una actuación cargada de energía positiva. Con un sonido potente y estribillos contagiosos, lograron mantener al público entregado hasta el último minuto de la noche.
La voz impecable de Silvia Idoate brilló sobre una base potente y riffs envolventes, demostrando la solidez de la banda en directo. Su puesta en escena, cercana y entusiasta, transmitió complicidad y pasión, dejando una sensación de cierre festivo y luminoso tras horas de gran intensidad para cualquier metalero que se pasara por Ripollet esa noche. Xtasy despidieron el festival con fuerza, melodía y auténtico espíritu rockero.
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Mi nombre es Irene, y todo el mundo me conoce por mi apellido Kilmister adquirido por el que ha sido y será mi mayor ídolo en esta vida. Lo cierto es que yo empecé en esto de la fotografía sin pensarlo mucho. Era la típica amiga de la cámara, pero de que me quise dar cuenta me propusieron entrar a colaborar en un medio profesional en 2017 y desde ahí he pasado de ser esa amiga de la cámara a evolucionar y coinvertirme en lo que conocéis ahora.
Apasionada de la música en todos sus géneros y amante de la lectura y los conciertos, aunque mi verdadera profesión no tenga nada que ver con todo esto.
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