78/100
27 de Julio de 2025
RCA
Con Even in Arcadia, Sleep Token expande su universo sonoro y espiritual en una obra que difumina aún más las fronteras entre lo terrenal y lo divino. El misterioso colectivo liderado por Vessel entrega un álbum hipnótico, introspectivo y absolutamente inmersivo, que mezcla elementos del metal moderno, R&B, electrónica ambiental y soul melancólico.
El disco abre con Look to Windward, una pieza etérea que actúa como umbral hacia el mundo onírico que Sleep Token propone. La transición hacia Emergence es casi litúrgica, con capas vocales delicadas que estallan en una producción rica y envolvente, que destaca claramente por toda esa electrónica de fondo que desplaza el tema de esas partes más densas a un estadio más liviano. Past Self tiene ese toque pop noventero que contrasta y sirve de break antes de Dangerous, una mezcla que abraza el contraste entre vulnerabilidad emocional y agresión contenida, una marca registrada del grupo que aquí se siente más refinada que nunca.
La dulzura sombría de Caramel da paso al corazón del álbum: Even in Arcadia, tema que sintetiza la dualidad del proyecto —belleza melódica e intensidad visceral en un equilibrio perfecto. Provider y Damocles ofrecen una dinámica más pesada, sin perder el carácter introspectivo y espiritual que recorre todo el disco.
Hacia la parte final del disco Gethsemane destaca como una plegaria desgarradora, mientras Infinite Baths pone fin al viaje con una atmósfera cálida y ambigua, como si el ciclo no terminara, sino que se disolviera lentamente en la conciencia.
Even in Arcadia es un álbum exigente, emocionalmente intenso y artísticamente ambicioso, aunque es cierto que puede que en momentos se torne demasiado denso y plano.Sin embargo, Sleep Token continúa desafiando las convenciones del metal contemporáneo, no solo con su estética enigmática, sino con una música que se siente profundamente humana y a la vez trascendente. Sin inventar nada nuevo este disco puede hacerte transitar por muchos estados y mundos internos en apenas una hora, y eso no siempre es fácil de conseguir.

Mi nombre es Irene, y todo el mundo me conoce por mi apellido Kilmister adquirido por el que ha sido y será mi mayor ídolo en esta vida. Lo cierto es que yo empecé en esto de la fotografía sin pensarlo mucho. Era la típica amiga de la cámara, pero de que me quise dar cuenta me propusieron entrar a colaborar en un medio profesional en 2017 y desde ahí he pasado de ser esa amiga de la cámara a evolucionar y coinvertirme en lo que conocéis ahora.
Apasionada de la música en todos sus géneros y amante de la lectura y los conciertos, aunque mi verdadera profesión no tenga nada que ver con todo esto.
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