Steven Wilson
12 de junio de 2025 – Paral·lel 62 – Barcelona
Madness Live!
Fotos: Eduard Martínez y José María H Buendía
Crónica: Jordi Tàrrega
El artista total de nuestros tiempos visitaba la ciudad condal a bordo de una nave espacial en forma de disco y que ahonda en la inmensidad de nuestro ser visto desde un punto exterior a nuestro planeta, reflexionando sobre el ser humano y la Tierra. Desde la lejanía que te da el espacio exterior. Una recopilación de sentimientos e inquietudes vistas en tercera persona por astronautas con formas de pensar diferentes y que ven cosas positivas y negativas de nuestro planeta. Los que llenábamos el Paralelo 62 hasta la bandera éramos todos devotos fans y sabíamos que lo que Wilson ofrece es una experiencia.
Y así fue… dos horas y 20 minutos de viaje sideral, con una primera parte en la que tocaban el último disco, otra en la que había canciones más o menos esperables y un par de bises para que, como dijo Steven, que la gente pudiera saborear esas canciones imprescindibles que todo el mundo quiere. Perfección de sonido, músicos de 10, el particular humor introvertido del genio inglés y mucho respeto y silencio por parte de un gentío que acallaba a base de sifones (shhhhhh…) cuando alguien hablaba cuando no tocaba.
Wilson pidió en la pantalla, y antes del bolo, que, por favor, nadie grabase y que la amenaza de sacar móviles a quienes lo hicieran, era real. Y lo fue… porque un segurata especialmente motivado cumplió las órdenes a rajatabla. Contrastaron esos momentos con la paz que da su nueva obra en una extensa “Objects Outlive Us” que nos cautivaba nada más empezar. El inicio con ese grito ya presagiaba momentos de sublimidad, con el bajo de Nick Beggs al 11, con coros reales y con un quinteto serio y tremendamente concentrado. La parte que fue single y que se acerca a Bowie fue inmensa, luego pasajes Pink floydianos trufados de imágenes tremendamente cuidadas.
Los males de la humanidad aparecían en pantalla y también paisajes bellos mostrando las dualidades del ser humano. Juegos de silencios, ambientaciones, loops y espectacular el guitarrista Randy McStine, al que ya pudimos ver en solitario de telonero de The Pineapple Thief. Wilson compone su música con imágenes, y de verdad que todo impresiona y está trabajado al milímetro. Lo que aparece en pantalla va al ritmo de la música y los detalles de Craig Blundell a la batería fueron constantes. Ok, no es Gavin Harrison, pero puede jugar en su liga perfectamente.
Le iban pasando guitarras al astro y ese momento en el que la música representa una especie de cuenta atrás en crescendo impresiona de veras. El tramo de “The Overview” ya es más experimental, con mucha más programación, las voces en off de la chica del disco y la enumeración de lunas de planetas. Impresionaron también los momentos en los que el mismo público hacía un silencio sepulcral a modo de reverencia. Y al final de todo ese viaje se termina con la imagen de un niño que encuentra unos brotes verdes germinando. Un mensaje positivista de esperanza y fe hacia una humanidad que, actualmente, nuestros gobernantes parecen no pensar como Wilson.
“45 minutos son mucho tanto para la banda como para vosotros, público, así que haremos 20 minutos de pausa y descansamos todos”. “King Ghost” y la tecnología de The Future Bites inauguró la segunda parte, y de verdad que la canción es especialmente exigente en lo vocal. Wilson estuvo perfecto, como siempre. “Luminol” fue una de las grandes sorpresas de la velada, con esa batería y bajo oscuros. Y antes de “What Life Brings” Steven desplegó su humor particular preguntando que cuántos de los que allí estaban venían acompañando a alguien, de rebote. Fue cuando dijo: “pues no os preocupéis, que esta canción es pop y os puede gustar”.
“Staircase” culminó el tramo de Harmony Codex, pero muchos fans veteranos esperábamos algunas canciones fundamentales que no cayeron. Y es que es igual lo que toque este señor, porque ya es un placer el verlo en directo, pero el set fue realmente muy de café para los muy cafeteros. “Dislocated Day” es la única concesión a Porcupine Tree, y no es precisamente una canción tremendamente popular, pero la disfrutamos por igual. Ese teclista (Adam Holzman) dota de atmósferas a una música impresionante, que va acompañada de imágenes. Todo lució de forma impactante en la balada “Pariah”, con apariciones de Ninet en pantalla y su preciosa voz acompañando la preciosa balada. Uno de los mejores momentos de un concierto realmente emotivo.
De sus mejores chistes fue el de “veréis que siempre estoy más en el lado izquierdo del escenario, porque en el derecho hay dos músicos de Estados Unidos, y me da la sensación de que si me acerco mucho me pondrán tasas y subirán aranceles”. Impresionó la cadencia de “Impossible Tightrope” con ese loop infinito y tanta musicalidad. Rizando el rizo, aparecieron unas gotas que caían con las notas tónicas de la música dando sensación de perfección. Luego dijo que quedaban dos canciones que eran cortitas: “Harmony Korine” fue bienvenida con vítores y aplausos siendo otro de los grandes momentazos de un gran concierto. Y “Vermillioncore”, con ese bajo inquietante culminó la segunda parte.
Wilson preguntó que cuántos conciertos de la presente gira la gente había llegado a ver. Y una fan que había asistido a 20 (¡!!!) fue obsequiada con un presente por parte del genio. Y ya en los bises empezamos con “Ancestral”, que hace honor al título. La canción posee una fuerza atávica y cala al escucharla. El lujazo fue lo de terminar con “The Raven that Refused to Sing” y con esas imágenes de fondo con el videoclip de animación. Obra maestra en toda su magnitud en una composición que es tristeza hecha música e imágenes.
Impecable concierto de uno de los genios de nuestra era. Como todo ser superlativo no puedes esperar que tire de canciones obvias y que decida ofrecerte lo que le venga en gana, y de verdad, que como si le da por tocar caras B y canciones oscuras de su repertorio, que lo disfrutaremos por igual. El mago del sonido desplegó sus alas y nos acarició el alma en imágenes y sonido. No creo ni que valga la pena comparar conciertos anteriores, pues en cada show del maestro inglés, toca quedarse con que fuimos afortunados de verle. No creo que tarde mucho en necesitar salas más grandes por estas tierras, pero lo importante es que venga.

Licenciado en INEF y Humanidades, redactor en Popular 1, miembro fundador de TheMetalCircus y exredactor en webs y revistas como Metal Hammer, Batería Total, Guitarra Total y Science of Noise. Escribió el libro «Shock Rock: Sexo, violencia y teatro». Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.
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